El sábado pasado, al pasar por San Pedro, me fijé en la fachada principal no atraído por su belleza, que por supuesto tiene, sino por un elemento cuando menos inhabitual y llamativo. La naturaleza, tan caprichosa ella, había decidido acampar allí aprovechando la tierra acumulada en los salientes, ese abono natural de la palomina y la humedad de la lluvia abundante. El viento, claro, hizo el resto para que una mala hierba, que hasta en eso aplicamos la maldad, se haya hecho fuerte y dado lugar a un ejemplar frondoso y recalcitrante:
Esto me llevó a que en este par de días venga fijándome en la proliferación de jardines aéreos urbanos silvestres que copan muchos de los tejados de Daimiel, donde reina por encima de todas las plantas, y en tanto las amapolas no se dejen ver, los sempiternos pajitos:
Es una pena que estos ejemplares apenas mejoren la estética de esos tejados abandonados a su suerte porque más que integrarse parecen acentuar ese efecto de dejación y abandono y no parecen armonizar como otras o, al menos, lucir más discretos, porque su porte, deslavazado, carece del punto necesario para considerarlo bello:
Está claro que este invierno húmedo, el número amplio de casas sin ocupar y sin mantenimiento y, cómo no, la propia crisis que hace que tareas antes más frecuentes ahora se pospongan indefinidamente, van dejando un panorama amplio de estos pequeños jardines aéreos que, de forma espontánea, terminan por formar parte habitual de casi cualquier calle de Daimiel que, sin resultar desagradable, sí que ofrecen una imagen de dejación, de escaso cuidado, porque, no siendo infrecuente, lo cierto es que este año abunda más que nunca.
Por eso, cuando me encuentro con algo así, aspirante a jardín vertical o aéreo, compensa que desde la calle podamos disfrutar ese ramalazo de belleza que, por una vez, está allí ajeno al capricho de la naturaleza pero, al tiempo, ensalzándola y, de paso, rompiendo la frialdad geométrica del ladrillo:
Tendremos que conformarnos con estos pequeños caprichos aéreos, jardines anodinos pero que delatan la vida que el agua nos ha querido regalar este otoño/invierno.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario