viernes, 5 de abril de 2013

EL DÍA QUE DESCUBRÍ QUE UN ALEMÁN CONOCÍA LAS TABLAS DE DAIMIEL MUCHO MEJOR QUE YO (Página nº 1777)

Paseaba por Frigiliana, ese hermoso pueblo de la Axarquía malagueña, cuando en la zona antigua descubrí un pequeño estudio de un acuarelista alemán con el que me puse a charlar. Pronto me preguntó dónde era,
 
- De la Mancha
 
-¡Ah, pero La Mancha es muy grande!
 
-De Daimiel, de...
 
-...Las Tablas de Daimiel, sí, sí, estuve en verano viendo Almagro y luego Las Tablas de Daimiel.
 
De inmediato buscó entre las acuarelas realizadas entonces las tres que aún conservaba de Las Tablas y alguna más de la ciudad encajera. Y comenzó a hablarme con entusiasmo. Cuando quise ponerle en antecedentes comenzó a hablarme del acuífero, de la combustión de turbas, de la tubería transmanchega,de la sobreexplotación del agua y de los vaivenes de un parque nacional, algo que le interesaba sobre manera y le preocupaba, hasta el extremo de haberse informado bastante bien desde hacía tiempo. Para un alemán que vivía ya bastantes años en España el asombro había sido superado y ya había sedimentado la incomprensión sobre lo sencillo que es en este país destruir sin consecuencias penales, regar sin control, apropiarse del dominio público, invertir en cultivos insostenibles, alterar los cauces y en general despreciar la herencia natural que hemos ido recibiendo.
 
Hablamos también de Doñana, de esa nueva daimielización del parque andaluz a cuenta de la fresa y la presión urbanística. O de la propia Axarquía, inundada de construcciones ilegales,  de cultivos bajo plástico en zonas claramente inundables, del despropósito de los ayuntamientos por recaudar a cuenta de hacer la vista gorda. Me contaba que en Alemania eso de construir ilegalmente tiene como único final una fuerte sanción económica y el derribo de lo construido, y por supuesto a cargo del infractor, y aquí coincidimos, de nuevo, en que hacen falta pocas leyes pero claras y que se cumplan a rajatabla, y el carácter de que no cabe excepción ni mano blanda. Por eso, me decía, lo de la incomprensión y lo que hacía entendible que nos vean como segundadivisionarios en esto de Europa porque no perciben criterio ni responsabilidad.
 
Estuvimos hablando mucho rato. No parecía buen día para la venta pero yo descubrí como este acuarelista alemán sentía mucho más Las Tablas de Daimiel que muchos daimieleños y que las conocía mucho mejor que la mayoría de ellos, que yo mismo, que es parte real del problema de Las Tablas, que ni los propios de la zona luchamos, como deberíamos, por ese patrimonio natural que tenemos la fortuna de disfrutar.

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