¿A QUIÉN O QUIÉNES SON ATRIBUIBLES LOS DESPIDOS? (Página nº 580)

El "Centro de Cultura Popular Motilla" reducirá personal y es más que probable que con la pérdida de auténticos dinamizadores que venían trabajando en este espacio los servicios y actividades que se realizaban en él sufran una importante reducción. Cuando el presupuesto no llega para conservar el puesto de técnicos de infancia y juventud de reconocida solvencia y estimable trayectoria, y que me cuentan que ofrecieron sacrificar una parte importante de sus salarios para hacer más viable su continuidad, parece claro pensar que la capacidad económica tampoco podrá mantener una programación acorde a la que se venía ofreciendo y que esa merma redundará, es lógico, en la variedad, cantidad y calidad de los ofrecidos hasta ahora. Se va gente con muchísima experiencia, buen hacer y compromiso, y no por descontento con su labor sino porque se expone desde el Gobierno local una situación económica que hace imposible su continuidad.

Llegados a este punto cabe preguntarse a quién o quiénes son atribuibles los despidos. ¿Podemos pensar que los gobernantes actuales han hecho todo lo posible por salvar esa situación o que han aprovechado una coyuntura para adelgazar puestos de trabajo?, ¿se han visto abocados a despedirlos después de agotar todas las opciones o han decidido meter el cuchillo en aquellos puestos no consolidados habiendo margen de maniobra para salvarlos?

Por otro lado, ¿son más atribuibles a una gestión anterior que dejó estrangulada la economía local hasta el punto de hacer inevitable estos despidos y que pudieron forzar el gasto hasta extremos que forzaran a quienes les relevasen en la gestión municipal encontraran como herencia el papelón de ser ellos quienes despidieran a esos trabajadores y ponerles en bandeja argumentos para criticarles?

No creo que hablemos de inocentes ahora que todo se juega desde una base política. Si he de decantarme diría que, a mi parecer, aquellos, los socialistas, jugaron con fuego, incluso promoviendo esas políticas casi de tierras quemadas. Y estos, los populares, decidieron no complicarse demasiado la vida, no quebrarse demasiado los cascos, prefiriendo dirigirlos a otros aspectos igual o más preferentes. Aquellos no despidieron pero a lo peor lo precipitaron; estos sí despidieron pero, a lo peor, se pudieron sentir abocados a hacerlo. ¿A quién o quiénes es atribuible? Esta es la parte que nunca se cuenta ni asume con objetividad para poder ser utilizado según se quiera.

Eso sí, ambos grupos políticos se acusarán mutuamente, aprovechando la difusa frontera que marcan intenciones y hechos y que las palabras ayudan a embarullar. Los trabajadores, eso sí, con su bagaje, su trabajo, sus aportaciones, son la parte débil de esta historia, los eslabones primeramente prescindibles porque no tienen el "amarrategui" del puesto fijo, y se marcharán perdiéndose en el horizonte mientras el ruido de las acusaciones mutuas esconden las razones reales de su despido.

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