lunes, 28 de noviembre de 2011

ÁNGELA (Página nº 494)

Esta tarde he asistido a un homenaje entrañable. Volvía a un colegio, La Espinosa, donde apenas trabajé como interino un par de meses, allá por el 88, en mitad de aquellas huelgas interminables que acababan, por ejemplo, con las gachas de pito que Antonio Martínez, director y cocinero, pero sobre todo persona encantadora al que hoy he vuelto a ver, realizaba para nuestro deleite. Y de aquellos pocos días tengo el recuerdo de Ángela, maestra a la que hoy se rendía tributo, vinculado a la acogida, a esa sensación especial de quien se sentía, de su mano, amparado al llegar, como yo, a aquel nuevo centro, y aún demasiado verde como para no sentir el vértigo del cambio.

De los recuerdos más vivos que guardo de esos días tienen el protagonismo de Ángela, una persona que te transmitía su alegría, su vitalidad, sus ganas, y que, de alguna manera, conseguía hacerte sentir bien. Y que más allá de esas jornadas de compañerismo siempre se interesó por mi peripecia profesional cuando nos veíamos por la calle.

A veces somos muy propensos a los homenajes y confundimos el verdadero valor de los homenajeados que no suelen ser, por desgracia, personas como Ángela, sencillas, afables, maravillosas en su normalidad, y que consiguen que a su alrededor todo sea un poco mejor. Y en un día como el de hoy, tan emotivo, tengo la suerte de poder descubrir que comparto con otras personas las mismas sensaciones y recuerdos de ella y que, a modo de homenaje individual, algunos de nosotros acopiamos esos pequeños pero hermosos recuerdos para tributarla más allá de ese entrañable acto que nos ha congregado en su colegio, en nuestro colegio durante algunos días. !Para cuánta gente debió ser importante su atención, su calidez, su saber estar, después de tantos años de labor profesional, de tarea personal!

1 comentario:

  1. Angela, desde donde estes,si puedes, no dejes de enseñar.Gracias por haber existido.

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