lunes, 1 de agosto de 2016

EL PERICO Y LA LANA (Página nº 3786)

(Foto de Juan José Moya en "Daimiel en el Recuerdo")

Decía Camilo José Cela que sus siestas eran de pijama y orinal. El perico, como le llamábamos coloquialmente, estaba en todos los dormitorios de mi casa cuando era niño. Bueno, estaba en todas las casas que yo conocía entonces, como las de mis abuelas, mis tíos del pueblo o mis amigos o vecinos. Allí, bajo la cama, de porcelana, esmaltado o de un prosaico plástico, bastaba mirar bajo las camas  y saber que te ahorraría un viaje al retrete, que en muchos casos y casas estaba cruzando el patio exterior y en la noche era casi territorio hostil. orinales que lo mismo servían para aguas menores que mayores o para algún vómito intempestivo producto que algún problema puntual.

Yo también tenía un orinal bajo la cama aunque no recuerdo, la verdad, utilizarlo, entre otras cosas porque mi casa, más moderna, tenía baño y aunque no existía aún el alcantarillado, que creo recordar inició obras en el 68 o el 69, teníamos una de aquellas fosas sépticas o pozos ciegos que recogían todas las aguas sucias y excrementos y, cada cierto tiempo, había que llamar a uno de esos vehículos con bomba que los vaciaba dejando una estela de desagradable olor durante días.

Recuerdo que hace unos años hubo una excelente exposición de orinales en el Centro del Agua, objetos pertenecientes al coleccionista más importante de estos dompedros, bacines o pericos, algunos de ellos auténticas joyas.

Pero la foto también nos deja todos esos elementos clásicos del dormitorio de aquellos tiempos como los colchones de lana, que se extraían cada cierto tiempo, aprovechando el verano, para lavarla, secarla y añadir nuevo volumen para la siguiente temporada. O las camas altas, con sus cabeceros y pieceros de latón,  de esas que requerían un pequeño salto para acceder a ellas. O esas mesitas altas que siempre presidían el despertador, la cruz , imágenes de santos o vírgenes y el vasito de agua. O las peras, imprescindibles para darle a la luz sin tener que levantarse si no obligaba la necesidad. Y que decir de aquellos rodapiés marcando claramente dos alturas de la pared.

Todavía, cuando yo empecé a trabajar, en el año 86, me encontré que me esperaba en la pensión de Anchuras una cama así, alta, con colchón de lana y orinal al suelo, aunque finalmente acabé en otra pensión de mobiliario mucho más moderno, menos intemporal. Pero sí recuerdo que aquellos dormitorios eran, básicamente, iguales en todas las viviendas de la época, acaso cambiando el latón por la madera. Perico, lana,manta, cobertor, colcha de ganchillo, pera, crucifijo y vasito de agua, a veces con dentadura según el durmiente.

Por eso he rescatado la foto, porque ha sido verla y recordar. Indudablemente prefiero lo de ahora pero no puedo evitar la carga emotiva y sentimental de algunas de estas imágenes.

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2 comentarios:

  1. Quien no pudiera ver la exposición de orinales en Daimiel puede hacerlo en Ciudad Rodrigo, Salamanca. Su promotor es José María del Arco Ortiz alias "Pesetos.

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  2. Que curiosa fotografia, que ahora parece raro pero que normal era entoces. Tampoco hace tanto

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