AL FINAL HABRÁ JUICIO POR LAS OFENSAS A CRISTINA MAESTRE (Página nº 3626)

¿Se acuerdan de aquel alcalde que llamó a Cristina Maestre "puta barata podemita"? Se trata de José Luis Valladolid, primer edil de Villares del Saz, localidad conquense, que tuvo ese calentón tuitero y ahora, tras el fallido acto de conciliación en uno de los juzgados de Daimiel, le tocará ser juzgado por su perla verbal absolutamente indecente a nuestra paisana.

Ultimamente se judicializa todo pero, en este caso, hasta no solo está justificado sino que, de su resultado, hasta se puede conseguir que algunos de estos "primos políticos" del twitter u otras redes sociales tengan mayor prudencia en publicar sus exabruptos y ofensas.

Porque, hay que recordar, lo que no pasa del propio pensamiento y se queda en ese limbo mental penalmente no puede perseguirse, por perversas que puedan ser las elucubraciones e ideas, pero cuando uno las lanza a una red social termina siendo esclavo de sus palabras, en este caso escritas.

La trascendencia, claro, se debe a su condición de alcalde. Es posible que la gravedad de la frase mereciese el juicio pero, según eso, cualquiera que retuiteara y compartiera el "vómito verbal" también tendría la responsabilidad por hacerlo. Pero él es alcalde y difícilmente puede diferenciar su parte pública y privada cuando el tema no es personal sino político, y quizá por ello llegar al juicio sea procedente.

Por cierto, a este alcalde, tras su salida de tono, se le abrió expediente por parte de su propio partido. Dice la noticia que nada se sabe de su resolución, que es lo que suele pasar cuando se anuncia la apertura de un expediente como forma de parecer que se actúa pero casi nunca aparece noticia de resolución, tal vez porque jamás existió intención de resolver nada.

Lo que sí queda claro es que este representante público ha quedado retratado con sus formas, por sus palabras, ya no solo por la bajeza del contenido sino por lo que traslucen, ese tipo pensamiento machista, rancio, de entrepierna, que ataca a la mujer desde ese rasero sexual y cargado de prejuicios. Lo normal es que hubiera dimitido tras la petición de disculpas, el error que arguye consistió en escribirlo, no en pensarlo, y ese es el problema, que el subconsciente traiciona porque, en realidad, debía ser eso lo que verdaderamente pensaba de la persona a la que insultó.

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