martes, 1 de marzo de 2016

¿A QUÉ JUEGAN LOS POLÍTICOS? (Página nº 3511)

Casi todos hablan de consensos, altura de miras, interés general... Queda bonito pero a la hora de la verdad no parece que los políticos españoles estén al mínimo nivel exigible para abordar con hechos lo que sus bocas proclaman.

¿A qué juegan los políticos españoles?

Primero de todo al juego de egos. En segundo a la estrategia partidista. En tercero a la zancadilla.

Hoy se estrena sainete, y en eso coincido con lo dicho por el PP. Los ensayos previos han sido la puesta en escena de un juguete cómico-trágico con actores estelares de las cuatro formaciones principales y con los actores invitados de las minorías, un quiero y no puedo que rozaba en momentos la astracanada y jugaba en ocasiones con una solemnidad impostada.

El PP repite incesantemente el yo, yo, yo, un patético "yoyoismo" basado en una victoria insuficiente y una soledad crepuscular. O yo o nadie, pero es que nadie, precisamente, quiere aceptar pulpo como animal de compañía y al dueño del scatérgoris, ese señor que es sentimiento y tiene seres humanos no lo quieren ni en pintura.

El PSOE, sin embargo, prefiere ir de farol. Sabe que no va a salir ni aunque venda su alma al diablo, cosa que ya ha hecho otras veces, ni tratando de vender algo y lo contrario a sus probables "primos". Es una carrera hacia la nada, un paripé, un sindiós que no se lo creen ni ellos. Pedro Sánchez busca un poder que no merece ni por resultados ni por empaque.

PODEMOS es un puzzle, una UTE (unión temporal de empresas) puntual que saltará por los aires a la mínima porque juegan a trileros de sí mismos. ¿Donde está la bolita?, mientras juegan al despiste entre ellos y "las mareas" como Iglesias cambian de principios como Groucho Marx. O lo mío o elecciones, parecen decirle a Sánchez pero también entre ellos.

CIUDADANOS juega a tocar pelo. En el fondo va del amigo conciliador, ofreciéndose aquí y allá porque es la forma de asegurar relevancia y cercanía al poder. Pero por eso mismo nadie parece fiarse de ellos aunque Sánchez se baje los pantalones a la mínima en busca de su ego y supervivencia y alimente la idea de un pacto de legislatura que tiene pinta de durar cuarto de hora.

En cuanto a los demás, guste o no, son puro atrezzo, un adorno necesario y casi sin valor.

Si de verdad España fuera tan importante todos se arremangarían, buscarían un acuerdo de mínimos para intentar sacar a España del hoyo y trabajarían desinteresadamente, como transición, para buscar un bloque que persiguiera el interés general y aparcase los intereses más particulares y egoístas. Entonces creeríamos en la altura de miras, el consenso, y toda esa palabrería hueca podría tener sentido. Pero ¿quien lo cree, quien ve en alguno de los cuatro líderes principales o en los secundarios categoría política y entereza personal para ese logro? Creo que absolutamente nadie. No hay nivel, no hay base, no hay capacidad. Ellos juegan a sus juegos, como si necesariamente uno debiera ganar y el resto quedar como perdedores incontestables. Pero no, los perdedores incontestables ya están definidos, son los millones de ciudadanos que esperan soluciones y se encuentran con este sainete, con esta timba lamentable.


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