NADA JUSTIFICA UNA AGRESIÓN, LA VIOLENCIA ES UN FRACASO DE LA INTELIGENCIA (Página nº 3393)

Me acabo de enterar de la agresión a Mariano Rajoy, pero también al Presidente del Gobierno en funciones, lo que hace aún más grave el asunto porque nos representa a todos y la violencia injustificable del cretino la ejerce contra una institución del Estado.

Siempre he dicho que la violencia es un fracaso de la inteligencia, que poco o nada puede esperarse de quien como única forma de manifestarse recurre a golpear a otro. Da igual que tenga diecisiete años, no digo penalmente porque seguro que esa minoría de edad beneficiará al agresor, pero sí desde el punto de vista de ser consciente de su acto y por lo tanto no poder esconder su lamentable comportamiento bajo ninguna excusa bastarda y falsa. Los motivos no importan porque no existe motivo convincente para agredir a nadie y haremos mal en tratar de amparar su acción buscando un por qué que carece de todo valor.

Si caemos en esto, si nos rebajamos a permitir que alguien agreda tratando de razonar una motivación, estaremos cayendo en el error de racionalizar lo irracional, y una sociedad que desea el futuro no puede detenerse a justificar la barbaridad. Y además se corre el riesgo de frivolizar el ataque y dar normalidad a lo que debe ser erradicado siempre.

Digo esto porque hemos venido viendo gestos que adivinaban que algo así podría pasar en algún momento. La visceralidad, la intolerancia, la estupidez, son deleznables compañeros de la convivencia pero abundan mucho más de lo que queremos admitir. El acto insensato, cobarde y repudiable de ese descerebrado resulta obsceno, desalentador, muy triste, porque en un mundo intransigente puede abrir una perversa veda que no merecemos como sociedad, que se aleja de lo que debe ser el debate ideológico.

Desde aquí mi condena a la agresión, mi desprecio al agresor y mi deseo de que los actos siempre tengan consecuencias para quienes los ejecutan porque lo sucedido hoy en Pontevedra resulta bastante grave y no puede quedar impune.

La educación, la cultura, la bonhomía, nos ayuda a alejarnos de estos comportamientos. La inteligencia se cultiva desde el primer segundo. Su fracaso lleva a ese erial intelectual que ofrece como única respuesta la violencia gratuita, como la de este impresentable intolerante y agresivo que hoy pasa a formar parte de esa historia nuestra de la infamia.

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