EL DEBATE A DOS (Página nº 3390)

A priori pensé que sería un debate aburridísimo, lleno de los consabidos "¡y tú más!" en los que los candidatos se remontarían incluso a tiempos lejanos para acusarse de lo que habían hecho mal o de lo que ni tan siquiera habían hecho, repleto de propuestas sin explicar porque buscarían solo el impacto electoralista, y con un Campos Vidal peleando por el equilibrio del tiempo en las intervenciones cortando el debate.

A posteriori vi que no fue un debate aburridísimo pero, tampoco, por más que lo dijesen los tres protagonistas, vibrante. Fue decepcionante, lleno de los consabidos "¡y tú más!" en los que los candidatos se remontarían incluso a tiempos lejanos para acusarse de lo que habían hecho mal o de lo que ni tan siquiera habían hecho,  repleto de propuestas sin explicar porque buscarían solo el impacto electoralista, y con un Campo Vidal dejando ir un debate hacia una deriva de agresividad que terminó por perjudicar a todos.

Pedro Sánchez salió a ganar como fuera, nos colocó su desacuerdo con el debate a dos para afear a Rajoy en cuanto abrió la boca, a Bárcenas en la segunda intervención sin que viniese a cuento con el tema y tiró de acusaciones cada intervención para tratar de sulfurar el don apacible de Mariano. Era lógico que en un debate traten de atacar los flancos débiles del rival y "Young" Sánchez salió en tromba, incluso como las malos púgiles, soltando golpes bajos con la anuencia del árbitro. Y no me refiero a golpes bajos de otro modo que por esas maneras toscas, burdas, malencaradas, zafias, aunque en otros pasajes estuviera ágil, preciso y contundente.

Al otro lado estaba "Plasma" Rajoy, veterano pero nada acostumbrado a debates con interrupciones, con ritmo descontrolado, con fiereza en las intervenciones. Ese cuerpo a cuerpo lo sufría mientras no lograba mantener una mínima distancia. Cuando lograba mantener al rival con un espacio de seguridad tomaba cierta fortaleza en el intercambio pero sucumbía cuando el rival se le echaba encima sin darle tiempo para responder, para armar los brazos. Ante la estrategia de la interrupción, de no dejarle exponer argumentos con cierto tiempo y sosiego Sánchez le iba ganando puntos. Si aflojaba el rival Rajoy recuperaba aliento y evitaba que los golpes dialécticos le hicieran más daño.

Si me preguntan ganó Sánchez, aunque con esa sensación de púgil poco fiable, ayudado de trampillas, con plomo en los guantes. En un análisis más profundo perdieron ambos porque lo más repetido de la noche fueron las constantes referencias de "Young" Sánchez y "Plasma" Rajoy a ese "usted miente",  "solo dice falsedades" y todas esas expresiones similares que afloraban en sus bocas a casi cada afirmación del contrario. un duelo, pues, de mentirosos, si hiciésemos caso de los dos.

Pero el debate se recordará por ese golpe directo de Sánchez: "el presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente y usted no lo es" que enervó, encabritó y sacó de sí a Rajoy hasta el punto de decirle a Pedro "es usted Ruiz...ruin, mezquino y miserable" y que marcó lo bronco de ese cara a cara del que salieron con una sonrisa en la cara creyendo cada uno de ellos que lo habían hecho estupendo mientras minutos después Rivera e Iglesias se disputaban haber sido los verdaderos ganadores del debate en virtud de no haber participado en el bochorno.

Eso sí, dudo mucho de que el debate lograra dar muchos votos más a cualquiera de los cuatro.

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