Cuentan que Rogelio, la "Zurda de Caoba", jugador bético que creía que en el fútbol el que debía correr era el balón y no los jugadores, harto de que su entrenador, Rafael Iriondo, le incitase a trabajar más físicamente, le contestó:
- "Yo no corro, Míster, porque correr es de cobardes"
Y yo, que tuve mis años de participar en carreras campo a través o cross urbanos, pues para nada existía entonces esto de "running", cuando alguien me recordaba el asunto y me decía si no me animaba a correr de nuevo, le contestaba eso mismo, "¡correr es de cobardes!".
Sin embargo, cuando cada año salgo a ver correr al más del millar de corredores populares, y me detengo en ver sobre todo sus rostros, y en ellos veo ilusión, sufrimiento, satisfacción, control, dureza. felicidad, concentración, compañerismo, esfuerzo, superación, esa lucha secreta contra los propios límites racionales, ese deseo de alcanzar la meta como mero objetivo, sé que esa broma mía no tiene aquí sentido alguno y que correr no es precisamente de cobardes sino de gente que ha elegido probarse, disfrutar de su deporte, intentar mejorar sus prestaciones, rodearse de amigos, hacer lo que les gusta, dejarse llevar por unas sensaciones físicas que te vinculan cada vez más a tu cuerpo y sus capacidades.
Eso también es el Galo, amen de la prueba que cierra el Circuito Provincial de Carreras Populares, en la parte competitiva que también conlleva, pero que para la gran mayoría es una fiesta deportiva, un lugar común, una oportunidad para cada uno de ellos. No huyen, se buscan. Viven el asfalto, su ceremonia casi semanal, corren hacia el futuro y se van después para casa con la mochila llena de sensaciones, con la satisfacción de lo elegido.
Cada año salgo al Galo a honrar su esfuerzo, a darme un baño de envidia, a ver como la gente, en las aceras, valida con sus aplausos esa carrera que cada participante entiende a su modo. Dicen que es el acontecimiento deportivo del año en Daimiel y yo creo que es así, desde Fernando al Che, y yo me recreo mirando sus rostros, eso sí, a buena velocidad, percibiendo en sus ojos todo tipo de emociones de quienes corren sin huir, de quienes buscan una meta que solo será una más de las que están dispuestos a alcanzar.
Y después vuelvo a casa, recordando los motivos por los que yo corría hace años, disfrutando el multicolor paso de quienes hoy perseguían sus propios objetivos.
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