LA HERENCIA (Página nº 3160)

Me decía un amigo, hace un par de días, que lo que no había que aceptar es que Leopoldo siguiera escudándose en la herencia recibida, que ya después de cuatro años tenía que buscarse otra excusa. Y yo no pude por menos que decirle que seguiría diciéndolo, primero porque ya ha dicho muchas veces que volverá a repetir todas las veces que sea que la deuda acumulada por los socialistas le tiene atado de pies y manos y es el origen de todo lo que ahora impide hacer muchas cosas; segundo, porque es el ataque más efectivo contra el PSOE y, tercero, porque es verdad que esa es la herencia, aunque no sea la única.

Al otro lado el PSOE reivindica una herencia de múltiples infraestructuras construidas, de servicios prestados a los daimieleños, de una transformación de la ciudad como no se había conocido, y esa herencia es real, aunque no la única.

Ese es el problema, que el interés político y partidista les impide reconocer que la herencia real contiene todo eso y más y prefieren quedarse con la parte que les conviene en cada caso.

La herencia socialista, como antes hubo una herencia de Apolonio y antes una herencia franquista, no la constituye solo lo malo ni únicamente lo bueno. Ahí están muchos de los aciertos pero también muchos de los errores, están construcciones que han mejorado la vida de los daimieleños y que eran necesarias y demandadas, pero también infraestructuras perfectamente inútiles, prescindibles o incluso ni demandadas. Aciertos indiscutibles y errores injustificables. Deudas, por supuesto, parte de ellas producto de una mala gestión y un pésimo error de cálculo, pero también inversiones, fruto de una ambición por Daimiel, de un impulso por mejorar, de una osadía a veces necesaria.

Lo malo es que el PP solo se fija en la deuda pero no admite que gran parte de eso que se ha esforzado en conservar estos años, y me refiero a servicios prestados, también son la herencia y de ello, de su mantenimiento y lo que llaman optimización, bien han presumido de cara al electorado.

Lo malo es que el PSOE nos quiere vender una realidad distinta, una ciudad moderna llena de servicios públicos envidiable para el nivel de la localidad y fiarlo a esa idea de que ahora toca pagar como sucede con las hipotecas por viviendas, sin querer reconocer que la deuda acumulada era desorbitada y que no todo se justifica cuando había cosas que no merecían ser abordadas con ese coste o por estar condenadas a la infrautilización.

La herencia está ahí, repito, con sus luces y sombras, con sus aciertos y errores, indivisible al fin y al cabo por mucho que a cada cual le interese mostrarla parcialmente a su conveniencia. Y vendrán más herencias. Y la obligación de una gestión política será dejar mejor herencia de la que se encontraron, que es lo que le interesa también a los ciudadanos, y eso se consigue mirando más hacia delante que volviendo tanto la cabeza hacia el pasado.

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