¡MÁS MADERA! (Página nº 3024)

De la caída de tres pinos en el patio del Colegio "San Isidro" de Daimiel me ha llamado la atención las referencias a los ecologistas como si fuera gente caprichosa, incondicionalmente protestones y les importaran más los animales que las personas. Es decir, me choca que antes de que ningún grupo conservacionista haya abierto la boca ya los sacan a colación atribuyendo intenciones y opiniones que no existen, en esa redución a la caricatura de estas personas que, acertadamente o no según cada ocasión, defienden una ética sobre la naturaleza y la importancia de que ésta se tome en cuenta.

Pero eso no significa, a mi modo de ver, que se nieguen en redondo a la tala de árboles, como quieren hacer creer algunos, sino que cuestionan, y no es el caso de momento, las talas indiscriminadas y, más importante, que muchas de las cosas que suceden con los árboles provienen de una mala planificación y gestión.

Me explico. Cuando se elige un árbol para un espacio determinado, como pudiera ser el patio de un colegio, han de tenerse en cuenta distintas variables. Árboles de sombra, no especialmente grandes, que tengan las condiciones adecuadas para que se desarrollen controladamente, que eviten aquellas variedades que más afectan a los alérgicos, que reciban cuidados y podas acordes al ejemplar seleccionado, que se vigilen los riesgos por las condiciones que van presentando durante su desarrollo.

A veces la edad de los árboles, la situación que presenta algún ejemplar, pueden hacer aconsejable la tala y la reposición por otro ejemplar, y no creo que eso soliviante a ningún ecologista más o menos razonable. Otra cosa es que obedeciera a capricho o que se plantarán variedades que no son las adecuadas y que terminarían por acelerar la tala.

Sin embargo lo que no entiendo es que se deje caer que a los ecologistas le importan más los árboles que un niño porque creo que todo el mundo es consciente de que aquí no se trata de elegir entre unos y otros ni dar preponderancia a los árboles sobre las propias personas sino de saber conjugar la seguridad de los chavales con la presencia de árboles que den sombra en los meses de calor. Se pueden tener árboles que no supongan un riesgo sin que a nadie se le ocurra creer que puede ser mejor un patio sin ningún ejemplar.

Sí, ayer pudo haber sido un día negro para Daimiel si esos árboles se desploman sobre un grupo de alumnos y profesores. Pero de esto se trata, de minimizar los riesgos actuando según convenga en cada momento, como el buen mantenimiento de los árboles, acotar esas zonas cuando la velocidad del viento lo hace aconsejable, elegir árboles de menos porte... Si la solución que se les ocurre a algunos es exclusivamente la tala o la no existencia de árboles de ningún tipo pues vamos mal.

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