29 años cuidando recreos da para muchas anécdotas, unas, la mayoría, mucho más agradables que otras, las menos, pero que trufan la vida del docente de esas pequeñas historias que parecen tan trascendentes para nuestros alumnos y que a ojos de un adulto pierden esa perspectiva para intentar dotarlas de sentido común.
De todas las que más simpatías me despiertan son las de los alumnos más pequeños de primaria, los de 1º y 2º, que van desde el "realismo mágico" al carácter sentimental. Desde aquel alumno que porfiaba haber visto un platillo volante al que aseguraba hablar con las hormigas aunque nunca contara el contenido de esas conversaciones, desde aquellos otros que quieren volver a ser de Ed. Infantil a los que se niegan a dar por hecho que los amigos de sus amigos puedan ser alguna vez sus amigos.
Hoy mismo dilucidábamos un problemas entre un chico y varias chicas de 2º porque él había pegado a las compañeras. Después de juntarlos para escuchar las distintas versiones el niño nos dice que les ha pegado porque no le dejan en paz y todo el rato le dicen que él y una de las niñas son novios. Yo le pregunto: "¿Pero sois novios?" y el niño me replica que no mientras ellas afirman que sí. "Bueno", les digo,"para ser novios tienen que querer los dos y como no es así pues se acabó la cuestión" y "si fuerais novios mal empezarías si le pegas". Se van convencidos al tiempo que les recordamos que nunca deben arreglar las cosas pegándose ni insultándose.
Apenas terminamos la cuestión llegan otros dos del mismo curso diciendo que otro compañero les está mordiendo las cabezas (¡¿?!), un episodio de "canibalismo" que luego se resuelve con que el supuesto mordedor les hacía una muestra de sus dientes para que le dejaran tranquilo.
Hace un par de semanas, sin embargo, la queja era de otro de estos alumnos que se quejaba de que no le dejaban jugar. Tras mediar para que participaran me explican que quien ha inventado el juego da órdenes sobre otra compañera y esta sobre otra más, de manera que cada uno de los que se incorporaba al juego debía seguir las órdenes del último hasta ese momento y solo podía mandar si otros se sumaban. Después de toda la explicación el niño que se había quejado, y al que ya dejaban jugar, comenzó a buscar a alguien que quisiera participar para poder mandar en alguien y ya desesperado se acerca de nuevo y me dice: ¿juegas tú, don Javier, que yo quiero mandarle a alguien?. En ese momento sonó la sirena salvadora porque, la verdad, no tenía muchas ganas de andar de subalterno pero tampoco de dejar al pobre sin dar una orden.
Son las pequeñas historias de los recreos, esas que se repiten y sin embargo muchas veces logran sacarte una sonrisa.
Te gusta tu trabajo, y eso se nota,¡ que suerte tienen tus alumnos!
ResponderEliminarEs que primero y segundo es la edad de los novios por excelencia, sobre todo las chicas
ResponderEliminar