Sé que nunca llueve a gusto de todos pero me encanta la lluvia, me gusta contemplarla como me gusta, de igual manera, escuchar esa musicalidad casi monótona y que solo varía por la superficie en la que cae o por el crescendo de las ruedas de los vehículos al pasar sobre la superficie encharcada. Y me alegra ese olor a suelo mojado, a tierra calada, a revitalización de los espacios que empapa. Cada vez que llueve, como en este generoso final de septiembre, da la sensación de que las gotas, al golpear la superficie, suena a dinero, riqueza, futuro, en ese tintineo de calderilla que sumada invertirá en una singular fortuna de acuíferos plenos, ríos generosos, suelos fecundos.
Sé que nunca llueve a gusto de todos. Para mí demasiado poco en el total del año, de los años. Vivimos en tierra de ocres y amarillos y el verde queda condicionado a la estacionalidad de un cielo generoso o avaro. Pero, quizá por eso, ver llover es el mejor de los espectáculos de los que disponemos por estos lares y por eso no desperdicio la ocasión de sus sonidos, de sus olores, de su generosa fertilidad.
Me recuerda a la infancia, a mis abuelos, a mis amigos cuando jugabamos a mojarnos en la lluvia ...
ResponderEliminarMucho tendría que llover para que fuese demasiado...
ResponderEliminar85 litros por m2 en Septiembre. ¡Im-presionante!
Eliminar¡Te felicito por lo bien que escribes! ahora la lluvia me parece mas bonita.
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