miércoles, 2 de julio de 2014

MENOS MAL QUE LLOVIÓ ENTONCES... (Página nº 2602)


Hoy aparece en Ecodiario el siguiente titular:


"Un estudio desaconseja utilizar aguas residuales en humedales como las Tablas de Daimiel"


En él han participado científicos del CESIC, "una práctica que ante la escasez de ríos es habitual en La Mancha, en cuyas lagunas naturales se vierte este tipo de aguas previamente tratadas. De hecho, se ha propuesto recurrir a esta práctica en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, ante la escasez de aguas en el Guadiana."


Miren lo que aparecía en El País el 21 de mayo de 2009:

"El Gobierno planea inundar Daimiel con agua residual depurada"

y subtitula: 

Medio Ambiente y el CSIC ultiman un plan de choque para el parque nacional


Y claro, uno empieza a pensar lo que hubiera pasado si la generosa lluvia de finales del 2009, toda la abundante pluviometría el 2010 y 2011 y el agradecido 2013 no hubiese impedido el plan de choque previsto y respaldado por el propio CESIC que ahora lanza la alarma, y las consecuencias de ese impacto que ahora se habría producido por una práctica nada garantista y que apenas un lustro después se revela agresiva y perjudicial, hasta el punto de que dice la noticia: "un vertido de aguas residuales mal tratadas produce un aumento excesivo de nutrientes y la consecuente sobreabundancia de algas en los humedales, que junto al aumento de bacterias patógenas en la zona facilitan los brotes de botulismo aviar.". Algo de lo que ya sabemos bastante bien en la laguna de Navaseca, por cierto, y que habría podido replicarse en nuestras Tablas de Daimiel.

Y es que hay que tener mucho cuidado con los experimentos, más allá de los realizados con la gaseosa, y se cautos y rigurosos antes de dar determinados pasos. Pienso, por ejemplo, en el fracking, en los cementerios nucleares, donde se dice alegremente y sin dejar pasar un tiempo adecuado, que son poco menos que inocuos para que luego vayan apareciendo estudios que ponen esto en solfa.

Si no hubiera llovido lo que llovió en estos dos maravillosos años lo mismo ahora estaríamos lamentando lo que entonces se planteaba como gran solución. ¡Miedo da!

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