martes, 28 de enero de 2014

LA VIDA VA LIGADA A LAS PERSONAS QUE PERDEMOS (Página nº 2348)

Llegan esas fechas al calendario con la supuesta rutina del día a día, pero no pasan desapercibidas. Se anclan en la memoria de tal modo que no puedes despertarte sin rememorar a quien perdiste en ese aciago día. Y hoy me ocurre eso, como cada año, porque ya hace cuarenta y un años que perdí a mi hermano de forma tan súbita que uno siempre se siente obligado a creer que nos quedó mucho por conocernos.

Yo, desde luego, tenía diez años, cinco menos que él, y creo que su muerte fue el acontecimiento que más ha influido en mí, que más ha tenido que ver con mi manera de entender la vida, incluso en los momentos que ni era consciente de esa influencia.

Supongo, no lo sé, que perder un hermano así, con el que compartí primero cama y luego habitación, tan distinto a mí pero tan complementario, es algo difícil de asimilar, sen especial porque a tu alrededor, de forma inmediata, todo parece cambiar y el mundo que conoces te parece inhóspito, extraño, hostil, y la tristeza, el dolor, el silencio, que no habían estado en mi vida hasta entonces, lo termina invadiendo todo.

Siempre recuerdo a mi madre cantando, hasta ese día. Y a mi padre, de natural alegre, abatido por un destino que les golpeaba por segunda vez. Y era como si la casa hubiera sucumbido a un velo de pena, de negrura, de desconfianza, que hubiera arrebatado los brillos, la luz, a cada rincón de ella.

¿Y así cuánto tiempo? No lo sé, la verdad, porque el tiempo no borra pero relativiza la ausencia, la espacia. No para mis padres, ya lo sé, pero sí para un niño de diez años abrumado por su falta y que necesitaba de ese paso del tiempo para sacudirse el dolor y la ausencia de un hermano al que idolatraba, al que en días como hoy, 28 de enero, fecha de su muerte, le deja de nuevo melancólico, tocado, recordando todos los detalles que el tiempo trata de difuminar porque es la forma de retener su recuerdo, su memoria, su ser.

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1 comentario:

  1. Para los sentimientos no hay años que cuenten.
    Yo siempre pienso que cada persona es única, cuando ya no esta entre nosotros esta en nosotros y eso me hace sentir fuerte.
    Un saludo.

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