(Detalle del boleto de aquella jornada.
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Me mandaban, el otro día, sabiendo de mis gustos por las curiosidades de hemeroteca, una noticia de 1968 algo peculiar. Por entonces, claro, no existían leyes de protección de datos y lo mismo que los criminales y sus víctimas aparecían con nombres y apellidos y la presunción era palabra casi desconocida en el argot periodístico también sucedía con los premiados en loterías y quinielas, lo que hacía que pasaran a ser celebridades puntuales en la prensa.
Algo parecido sucedió en Daimiel el 30 de abril de 1968 cuando se supo que la afortunada poseedora de uno de los tres boletos de catorce aciertos, pues entonces no existía el complementario, había sido una maestra del colegio de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de nuestra ciudad, y aunque el premio no se especifica, aunque se habla de sustancioso, lo más curioso es que la forma de acertar no fue nada azarística sino pseudocientífica, pues como cuenta la propia noticia utilizó "un sistema mecánico parecido al de los dados empleados por el famoso Gabino, de Valladolid, que puso de moda este método para alcanzar los plenos."
La afortunada fue Ignacia de la Torre Hernándo de Mendoza, que ajena al premio siguió realizando su labor educativa en las Damas Apostólicas de Daimiel hasta el cierre del colegio y que, me cuentan, invirtió parte del premio en el mercado hipotecario costero.
Hoy, ya sabemos, pocos son los que obteniendo un buen pellizco en las loterías y juegos de azar desvelarían su identidad de ese modo, con nombre y apellidos, porque hoy cualquiera en esas circunstancias atraería demasiado la atención de los amigos de lo ajeno.
Eran otros tiempos y aquí dejo el recorte:
Hoy, ya sabemos, pocos son los que obteniendo un buen pellizco en las loterías y juegos de azar desvelarían su identidad de ese modo, con nombre y apellidos, porque hoy cualquiera en esas circunstancias atraería demasiado la atención de los amigos de lo ajeno.
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