¿Cuántas veces le pediremos a Las Tablas de Daimiel su resurrección?, ¿cuántas veces seremos capaces de degradarlas hasta ponerlas al límite de nuevo?
Me lo pregunto, como otras veces, cuando un amigo me envía un nuevo vídeo de Julio Escuderos, el viejo barquero, porque justo así nos lo encontramos, en el pollo de su casa, cuando hace unos días lo conocí.
Pero lo traigo aquí no por esa razón emotiva sino porque está fechado el vídeo apenas un mes antes de comenzar las lluvias del 2009 y es evidente el pesar de Julio con la situación vivida en ese instante, con diez hectáreas inundadas y la turba ardiendo.El Parque "es un cadáver", nos decía, y no le faltaba razón. El ciclo de lluvias otorgó una nueva oportunidad y hasta nos hizo creer que esa situación extrema quedaba olvidada para siempre. Pero no, no se están dando los pasos reales y efectivos para que nada vuelva a repetirse y el olor a cadáver no se ha diluido del todo con esta sequía que declara intenciones de perpetuarse durante meses.
El cadáver redivivo volverá a morir, seguramente, o a vivir como en casi las últimas décadas, en coma asistido, porque no nos hierve la sangre, socialmente, cuando lo vemos agonizar y no queremos hacer el esfuerzo necesario para devolverle una vida natural que tuvo durante miles de años:
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Grandísima persona Julio Escuderos, muy sabio sobre Las Tablas, su entorno y su historia, pienso que habría que hacerle un reconocimiento por parte de todo Daimiel ahora, no después, como suele ocurrir.
ResponderEliminarKassama.
Conozco a Julio desde hace muchos años, como todo el mundo sabrá, siempre ha vivido en su casa (que es donde nació) de Las Tablas (excepto algún tiempo) ya que nunca se adaptó a vivir en una casa en Daimiel, pues se encontraba como si estuviera en “un sitio muy raro” y que no le agradaba ni se adaptaba, ya que no estaba acostumbrado (y sobre todo cuando falleció lamentablemente su esposa, que lo pasó muy pero que muy mal), pues bien, recuerdo cuando en su barca nos enseño todos los rincones de Las Tablas a mi familia, yo era un crío, pero lo recuerdo perfectamente, éramos 8 personas, una de las últimas veces que vino a visitarme (por temas profesionales) venía acompañado por un guarda de Las Tablas, ya que según me comentaron Julio cuando pisaba el asfalto, se mareaba... por ese suelo tan duro y recto, ya que estaba acostumbrado a pisar y pasear por la tierra de Las Tablas, y que no le hacía gracia el venir a la localidad, pues se encontraba perdido y como un “forastero”. Lo dicho se le tendría que hacer algún tipo de reconocimiento popular de todo Daimiel, ya que le debemos mucho.
ResponderEliminarKassama.