lunes, 29 de agosto de 2016

PINTANDO DAIMIEL O LA ESTACIÓN DECADENTE (Página nº 3849)



Alguien me decía ayer que yo, que soy muy observador, podía ser buen pintor. Repliqué, con toda la convicción de que soy capaz, que no, que veo tanta distancia entre lo que querría expresar y lo que finalmente me devolvería el lienzo que me resultaría una actividad muy frustrante y carezco de la paciencia para ir acortando todo ese trayecto. Quizá por eso me encanta ver a quienes sí han recorrido ese camino y ya están bien cerca o han llegado a expresar el cuadro que tienen en la cabeza al afrontar el lienzo en blanco, y aún más si lo hacen en el mínimo tiempo que les exige un certamen de pintura rápida.

Pero aún me encanta más esa capacidad plástica que logra incluso mejorar la realidad, como en el caso de este cuadro que, para muchos profanos era candidato a ganar y no obtuvo nada, pero que a mí me devolvía una imagen ilusionante de una estación de tren viva, dinámica, con esas vías abierta a tantos horizontes. En cambio, cuando te acercas allí y quieres ponerte en el idéntico punto de vista del pintor la sensación es otra, de decadencia, de abandono, de final de un tiempo que de momento se demora pero siempre con la sensación de que no muy tarde desaparecerá.



La estación de trenes sufre esa muerte lenta que cerró instalaciones, hizo desaparecer personal y hasta llega al absurdo de tener unos aseos que se limpian habitualmente pero no están abiertos al uso de los viajeros. Todo lo más una máquina expendedora y, de vez en vez, la llegada o el paso de una decena de convoyes.

Es curiosa la lucha trascendente para conseguir que el ferrocarril pasase por Daimiel, como ese salto imprescindible a la modernidad y su verdadero impacto económico en la ciudad, cuando se trazaban las primeras líneas ferroviarias. Y la verdadera importancia que supuso aquel logro, aunque no se consiguiera hacerla estación principal. Desde entonces he escuchado muchas historias a mis mayores sobre el peso de tener una estación, su influencia en la industria y el comercio, la posibilidad que brindaba a los viajeros que partían de Daimiel a otros destinos, ya fuera por trabajo o por otros menesteres. Yo mismo recuerdo mi primer viaje desde allí, con tres años, hacia Alicante para conocer el mar y visitar a mis tíos, que residían entonces allí.

No hace ni dos décadas me acercaba con mi hija a ver los trenes, como antes había hecho mi padre conmigo siendo yo un crío. Con un tráfico mayor que el de ahora no había que esperar demasiado para verlos llegar y partir minutos después, dejando en el andén a un montón de gente o llevándose a otro montón.

Pero hoy la estación declina, se abate, ante la dejación y el abandono, y solo el paso aún obligado para algunos trayectos mantiene vivo lo que durante años fue de gran valor estratégico y económico.

Menos mal que quedan pintores que mejoran la realidad, que permiten poder mirar ese cuadro que nos muestra una estación de Daimiel del pasado, cuando nadie dudaba de su vigencia, de su futuro.


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6 comentarios:

  1. Yo tengo la impresion que todo en Daimiel es decadente.

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    1. Pon tus ideas, inversión, trabajo a la comunidad o soluciones coherentes para que no lo sea. Solución B: a tan solo 15 o 20 kms hay 3 o 4 poblaciones donde además hablan el mismo idioma por si quieres probar suerte.....

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    2. También, salvo excepciones, son bastante decadentes.

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  2. estar tardando en irte a otro lugar de arco iris y nubes de algodón. ¿pregúntante que haces tú para que no sea gris? MI consejo y opinión. saludos

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  3. Ahí va mi solución. Tranvías que conecten, a mo de cercanías, Daimiel con la salida del AVE.

    Yo prefiero coger el tren que me deje e el AVE a coger mi coche. Porque estoy acostumbrado al metro de madrid y las cercanías.

    Pero el problema es que ni los AVE que salen de Ciudad Real ni los que llegan de Madrid están conectados a las lineas de Daimiel y nos obligan a coger el coche.

    Ya es hora que los alacaldes de Miguelturra, Pozuelo, Almagro, Bolaños, Daimiel y si me apuras, Villarrubia, Malagón, Manzanares, Membrilla, peleen por un tren ligero o tranvia que unan,a modo metro estas ciudades con horario clave para que conecten con as grandes líneas.

    Si no el ren se nos muere.

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    1. El tren volverá a tener futuro en quizás 20, 30 años... cuando la movilidad en vehículo particular se vuelva prohibitiva. Pero mientras tanto, hay mucha gente empeñada en matar el tren y todo lo que representa. Son quienes proyectan polígonos industriales sin conexión con el ferrocarril porque ya están para eso los camiones. Quienes se empeñan en llenar el país de vías de alta velocidad tan caras como deficitarias, sin plantearse modernizar las actuales y sus sistemas de gestión para poder pasar de 160 a 200 km/h en ellas. Quienes se empeñan en construir los aeropuertos junto con la demanda de los mismos. Generalmente, de uno u otro modo, actúan así, en contra de la lógica, la eficiencia y el bien común, porque de una u otra forma se llevan tajada.

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