Supongo que debe ser fácil cuando los muertos no son los tuyos, cuando no hablamos de nuestros familiares perdidos en fosas comunes porque son los familiares de otros los que hayan allí enterrados. Pero puedo entender perféctamente que quienes tienen a seres queridos en algún lugar desconocido, como despojos de una guerra demencial, como todas las guerras, aspiren legítimamente a que se puedan recuperar esos restos, a saber de ellos y poder decidir lo que hacer después.
No entiendo por qué, después de tres cuartos de siglo, este tema suscita tanto debate y polémica. No la guerra, que podría entenderlo, sino la situación de todas esas víctimas enterradas a bote pronto en cualquier lugar y que para sus allegados es una herida sin cerrar.
Para mí todas las guerras se pierden desde el mismo momento en el que no encuentro sentido en ellas, pero una vez producidas lo que se necesita es cerrarlas y superarlas devolviendo la dignidad a todas las víctimas, sin dejar que los olvidos y las miserias terminen prevaleciendo y continuando el escarnio sobre muertes siempre evitables. Sin tener que hacer un espectáculo de ello me parece justo, pero también natural, que las familias puedan recuperar los restos de sus seres queridos, que puedan cerrar sus personales heridas, que puedan sentir que terminada esa guerra que multiplicó muertes, la mayoría inocentes, las profundas diferencias que la provocaron se van restañando y no se ceban en los perdedores, sean los que sean. Y para ello se necesita que el Estado facilite, ayude, ponga los medios para esta causa y, de alguna manera, que lidere esta iniciativa.
Yo, aviso, no tengo ningún muerto por encontrar ni enterrar. No lo he tenido. Pero tengo claro que mantener esa distancia, esa dejación, esa apatía, incluso esa negligencia para mantener la situación de abandono no es propia de un humanismo que debiera prevalecer siempre y que obliga a ser justos, a empatizar con los demás, a entender que lo mejor es tratar de restañar cuanto antes las heridas que no nos devolverán a los muertos pero no socavaran su dignidad de víctimas generalmente producto de unas circunstancias de las que no fueron responsables.
Es verdad, cuando escucho decir que hay que dejar a los muertos en paz me da la sensación de que solo hablan de los muertos de otros, como si los cosificaran, pero esos muertos tienen nombre y apellidos, familiares que no piensan en ellos como un número, y así es muy difícil creer que se les deja en paz ignorándolos y dejando que sigan allí donde estén, bajo toneladas de tierra desconocida. Quizá si dejarlos en paz consistiera en encontrarlos y devolverlos a sus familias ese concepto de paz fuera más aceptable, otra cosa puede ser lo que quiera ser menos paz.
***
Que se lo digan a los padres de marta del castillo, que dejen de buscar el cuerpo de su hija. Es muy fácil opinar desde la distancia, pero si de verdad queremos cerrar heridas, empecemos a curarlas, no a dejar de mirarlas y hacer como que no duelen
ResponderEliminarLa Constitución dice que tenemos derecho a recibir sepultura digna, entonces no hay más que hablar.
ResponderEliminarAunque también tenemos derecho a muchas cosas dignas, y ya vemos.
Quizás es que el concepto digno sea el culpable, que cada uno le de su significado.
Que mas da que los muertos esten en un sitio u otro se les respetan y se les quieren igualmente .Yo tengo un hermano de mi padre que murio en las filas nacionales creo que se les llama asi a los que no eran rojos.
ResponderEliminary no sabemos donde esta enterrado , nos seguimos acordando de el mucho. Pero mi padre y mi abuela nunca nos hablon de eso ,yo preguntaba y me cotestaban ,que no querian que huviese rencor y que la GUERRA YA PASÓ y que no volvienamos haber nada tan horrible