sábado, 30 de enero de 2016

A DAIMIEL LE VA EL POSTUREO (Página nº 3460)

Quizá el término sea relativamente nuevo pero lo que describe es más viejo que el hilo negro. Ya lo decía el folclore tradicional:

"Tanto vestido blanco, 
tanta parola,
y el puchero en la lumbre
con agua sola"

Vivimos para aparentar, fiamos a la imagen gran parte de lo que somos o pretendemos ser ante los demás, nos hemos ido entregando a ese cierto exhibicionismo interesado para superponer la imagen que pretendemos ofrecer a la que cada cual tomaría de nosotros mismos por su propio criterio. Y aunque las redes sociales han sublimado este postureo, esta continua imagen impostada, lo cierto es que la cosa viene de lejos y siempre he tenido esa sensación de que Daimiel, sus gentes, como las de seguramente todos los lugares de este y otros países han sido muy proclives al postureo, a la apariencia, Y no solo desde un punto de vista individual, incluso también desde el institucional, exacerbando determinadas posiciones, valores, ritos, tradiciones, con esa carga interesada que suele acompañar a estos comportamientos. Sí, siempre me ha parecido un pueblo rendido al postureo.

Y no es que esto sea malo, aunque ya sabemos que el postureo trata de velar la realidad, sino que es algo que se ha impuesto desde muchas décadas y que ahora parece haberse centrado en un exhibicionismo bastante más narcisista y pueril.

Ya digo que no es Daimiel solo, si me apuran contemplo los nacionalismos como el summun del postureo, perfectamente financiado para lubricar el impacto proselitista que se pretende y que busca cargar el valor sobre aspectos mientras trata de ocultar las vergüenzas que también coexisten, y es. al fin y al cabo, una manera habitual de desenvolverse porque hemos concedido todo el espacio a la imagen, a lo impostado y tramposo que ayude a ocultar la realidad.

Puede que esté en nuestra naturaleza. El "palabro" será un neologismo pero, en esencia, es de un viejuno indiscutible, esa constante de pretender ser lo que no somos quizá cansados, acomplejados o avergonzados de ser lo que somos. Y ahí está la ocultación, bajo la gala, el aderezo, el perifollo, el ornato y el atavío, a salvo nuestras virtudes y, ¡cómo no!, nuestras miserias.


***

2 comentarios:

  1. Parece que nos importa más lo que piensen de nosotros que cómo somos. Poca personalidad y mucha tontería.

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  2. Siempre se ha dicho: "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces"
    La gente màs sencilla es la que màs podría presumir y la que se rie, (en la intimidad),de los que exhiben lo poco que tienen.
    Hay quien se rie mucho, sobre todo en las fiestas, domingos por la mañana, etc..

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