RATAS URBANAS (Página nº 3046)

Hace algunos años, pocos, una rata causó estragos entre los asiduos de las terrazas del Parterre cuando al animal le dio por hacer un slalom bajo las mesas allí dispuestas y en ese momento casi en su totalidad ocupadas. En aquellos días se vieron varios ejemplares e incluso presencié la caza de una de ellas en la calle Virgen de las Cruces. Desde entonces, eso sí, no había visto ninguna hasta que hace unas noches, al doblar la esquina de la calle Mendez Núñez con Trinidad contemplé un enorme ejemplar por esta última calle huyendo del haz de luz de los faros de mi coche para refugiarse tras un enorme portalón. Curiosamente un par de días después aparecía, en la misma calle Mendez Nuñez, sobre un rejillo, apareció el cadáver de la misma, o quizá otra, de similares proporciones.

Es evidente que las ratas están, no soy tan ingenuo, pero nos hemos acostumbrado a no verlas, a que al menos en las zonas céntricas de las ciudades su presencia pase totalmente inadvertida y que la visión de la rata muerta causara entre los viandantes cierto revuelo por la mezcla de asco e inquietud porque uno tiende a pensar que en estos tiempos es toda una rareza y que las medidas de higiene suelen expulsar a estos enormes roedores hacia las zonas periurbanas.

Lo cierto es que la que yo vi hace poco más de una semana gozaba, aparentemente, de perfecta salud y llevaba algún tiempo por la zona. Un molesto vecino al que ya no estamos acostumbrados pero que, parece, insisten en compartir vecindario.

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