HUMO (Página nº 2807)

Lo siento, soy un pesimista político, y debe ser por ello que las medidas planteadas por Rajoy me huelen a humo. A un humo del que está acuciado por los escándalos propios...y por las encuestas, porque de otra manera ni se hubiera molestado en parecer que hace.

Cualquiera que lea las medidas podría decirme que concretan cosas, que prohibe situaciones que ya hemos conocido repetidamente, que suponen un marco legal mejor del que se tenía, y que por tanto hablar de humo es un exceso y un atrevimiento. Y puede que sea verdad ni no albergamos otra ambición que mejorar algo lo existente.

Sin embargo yo aspiro a más, a mucho más.

El dinero público ha de ser fiscalizado hasta el último céntimo, y yo en estas medidas no lo veo.

Los órganos de control, como el Tribunal de Cuentas, esa cueva de nepotismo insufrible, ha de contar con medios reales, capacidad fiscalizadora y sancionadora, independencia absoluta. Y yo en estas medidas no lo veo.

La Justicia no solo ha de contar con 100 jueces más. Ese no es el problema sino parte de la solución. La Justicia debe volver a ser un poder independiente que no sea manoseado ni intervenido por repartos de cargo entre partidos a jueces con el carnet obscenamente entre los dientes. Éste es el principio de la gran corrupción, el doblegamiento judicial a los manejos políticos. Y si después se les da medios suficientes lo mismo los políticos tendrían más cuidado y no se sentirían tan amparados. Y yo en estas medidas no veo nada de esto.

Los partidos obtienen importantes cantidades económicas por votos y representación, suficiente si no aspirasen a ese gigantismo colocador, a ese afán de acaparar las administraciones y colocar a tanta boca agradecida. Están sobredimensionados y necesitan de más y más fondos y ya colaron aquella semilla de corrupción introduciendo las donaciones de particulares y personas jurídicas como si ese dinero fuera a cambio de la nada. Yo prohibiría cualquier tipo de donanción y, por asepsia, ajustaría los ingresos a cuotas de afiliación y lo estipulado legalmente por votos obtenidos y representación que no es moco de pavo. Ni fundaciones, ni fundacionas, ni todas esas subvenciones que se cuelan a través de ellas. 

Podría  seguir con la eliminación de todos esos cargos de confianza que son en sí otra semilla de corrupción, con el aumento de plantillas en las distintas inspecciones, con la dotación de medios suficientes en la policía y otras medidas que yo no veo en las planteadas por Rajoy pero no quiero alargarme.

Hay quienes dicen que los partidos llenos de corruptelas no son los más indicados para plantear medidas que redujesen notablemente la corrupción. Tienen razón, a pesar de que ellos, mejor que nadie, conocen los trapicheos, mangancias, tejemanejes y todos los canales para obtener fondos y esconderlos al fisco y saben perfectamente como va esto de las corrupciones. Podrían haber diseñado un arsenal de leyes eficaces para combatir la corrupción y sin embargo nos entregan esto, HUMO, la muestra evidente de que su esencia corrupta no les deja matar su gallina de los huevos de oro.

Puede que ese HUMO lo crean suficiente para distraernos. El HUMO se irá pero, lo malo, es que la corrupción política seguirá por mucho tiempo entre nosotros y descubriremos que estas medidas planteadas eran eso, puro HUMO.

*