Hubo un tiempo, cuando escribía el Diario Improbable, en el que algunas personas del PP me jaleaban en privado y hasta me sugerían temas para darle caña a Pepe Madrid y los suyos, aunque he de decir que siempre he intentado quedar al margen de otra influencia que la mía propia.
Hay un tiempo en el que los gobiernos y responsabilidades cambian y ahora que escribo este Daimiel Diario mucha gente que simpatizan con el PP ya han decidido que soy parte del enemigo y cuanto más se aproximan elecciones arreciarán los ataques.
¿Qué ha cambiado? Poco. Que es muy fácil halagar la crítica cuando tú no eres el receptor pero tremendamente incómodo cuando ahora el blanco de las críticas si es su partido y las decisiones que toman.
Yo, aunque les moleste, he cambiado mucho menos en estos siete años y medio. Siempre he sido crítico con quienes gobernaban y, sobre todo, con las decisiones que tomaban y que yo consideraba criticables. Cambiaron los gobiernos municipales, regionales y nacionales pero siguieron los errores y las malas decisiones. Y el blog siguió haciendo lo que siempre había hecho, mostrar la opinión crítica de quien lo escribe sobre aquello que considero que no es correcto, está mal hecho o que va contra los ciudadanos. Guste o no es mi opinión, la expongo públicamente aprovechando un foro como internet y a nadie pido que comulgue con mis ideas u opiniones. Eso sí, convendría coherencia, una mirada crítica con los ajenos y con los propios, porque nada va a dejar de ser bueno porque lo haga un partido ideológicamente distinto o más afín, de la misma manera que nada va a dejar de estar mal hecho por que lo hagan quienes coinciden ideológicamente con nosotros o son radicalmente opuestos.
Mal va que muchos de nuestros políticos, por conveniencia, se muestren sectarios y defiendan y ataquen temas en bloque por exigencia de guión pero los ciudadanos deberían ser más íntegros, menos distraibles con estas maniobras, mucho más capaces de posicionarse individualmente porque a los partidos no les debemos nada, más bien debieran ser ellos quienes aprendieran de la posición crítica de los ciudadanos. Sobran borregos, incondicionales, hooligans irreflexivos. Lo que está mal está mal y hay que decirlo, hay que poder decirlo, para que los políticos se den cuenta de que no somos una masa informe, manipulable, acrítica
Este blog navega hacia el millón de visitas. Me conformaría con muchísimos menos si a cambio hubiera decenas de blog de usuarios con parecida base crítica. Y eso que ellos, los que gobiernan, ni siquiera se detienen a escuchar por qué se les critica, solo les molesta que se les critique, y como respuesta suelen ocupar a sus menos ilustres acólitos a descalificar al crítico con toda suerte de boberías, sin leer, no vayan a descubrir ese arma de destrucción masiva que es el criterio propio e independiente.
Lo que cambian los tiempos, cuando se les hacía el culo gaseosa leyendo un texto crítico contra los que gobernaban siendo ellos alternativa. Ahora solo les parece que lo escribe un amargado, un odiador, un desestabilizador o un rojo peligroso, lo peor de lo peor porque no se les ríe las gracias.
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Indicas en el primer y segundo párrafo que te animaban a dar caña a quien estaba en el poder municipal, aunque manifiestas que no les hacias caso, pero no dices si a cada uno de los que te animaban les dabas la correcta contestación de que lo hicieran ellos y que no te quisieran utilizar
ResponderEliminar¿Hay algun motivo para que no lo hicieras?
Tas,pasao
ResponderEliminarHe borrado accidentalmente un comentario muy interesante que me gustaría recuperar. Estaba escrito hoy y para esta entrada.
ResponderEliminarNo has publicado otro que encima era para te des cuenta de algunas personas pero da igual era para que lo vieras tu igual que este
EliminarEs que solo dispongo del móvil y los dedos se mueven con torpeza. Me he cargado tres entre ayer y hoy por pura torpeza.
EliminarTotalmente de acuerdo con lo expresado en esta entrada.
ResponderEliminarQuizás, lo que denuncias se deba, en buena parte, a la consideración tan “sui géneris” que tenemos de la democracia en este nuestro país. Nos han acostumbrado, y, lo que es peor, lo hemos aceptado, a creer que democracia es votar cada cuatro años. Entre votación y votación, nos han convencido de que el gobernante debe tener las “manos libres” para disponer a su antojo la política que aplica o lleva a cabo, coincida o no coincida con lo que nos “vendió” en un supuesto programa electoral. “Ya pagará, en la próxima convocatoria electoral si se ha equivocado”, nos dicen.
Fruto de ello, han ido surgiendo “trincheras” cada vez más infranqueables entre la ciudadanía, supuestamente poseedora de la soberanía nacional, regional o local y la gran mayoría de gobernantes electos. A su vez, como consecuencia de ello, de la falta de participación y control popular de las decisiones políticas, han proliferado innumerables casos de corruptelas y corrupción a gran escala, en base a las cuales se han rediseñado buena parte de los contenidos de los “supuestos” programas electorales. Eso si, “siempre por nuestro bien”, pero los que, realmente, se han beneficiado han sido los políticos corruptos y los corruptores vinculados al poder económico y financiero. “Nosotros”, si acaso, ya estamos para pagar el coste de sus “fechorías”.
Que distinto sería el panorama político, económico y social si la “democracia formal” que tenemos fuéramos capaces de transformarla en “democracia real o participativa”. Si pudiéramos revocar y forzar la dimisión e inhabilitación, de por vida, de aquellos corruptos y corruptores que desvirtúan el carácter democrático de las instituciones y de la sociedad.
Que distinta sería nuestra democracia, si el gobernante fuese consciente de que no gobierna para “disponer sobre nosotros y/o nuestras vidas”, sino que, exclusivamente, está ahí para gestionar, temporalmente, lo público, lo que es de todos, no solo suyo.
Que distinta sería nuestra sociedad, si los ciudadanos dejásemos de ser tan pasotas con lo que más nos afecta y fuésemos, realmente, conscientes de que al gobernante lo elegimos nosotros y es “él” quien debe estar a nuestra disposición y hacer lo que nosotros decidamos, y no “nosotros” a la suya como simples borregos.
Nos acostumbraron, nos convencieron de que “la política debía ser para los políticos”, como si política no fuese, entre otras cosas: nacer, vivir, vestir, comer, trabajar, estudiar, contribuir, morir… En definitiva, “vivir en comunidad”, convivir unos con otros y decidir sobre las normas que han de regular todas esas cuestiones que forman parte de nuestra existencia que es, fundamentalmente, política.
Esperemos que los nuevos aires que soplan en el ambiente político y social sean para bien y, cuanto menos, supongan un cambio en la concepción que los ciudadanos, de a píe, tenemos de la política y, sobre todo, en nuestra forma de actuar.
Para que todo ello sea posible tenemos que empezar a ser conscientes de que es necesaria la organización ciudadana, nuestra organización. Participar en política no es solo ser concejal, alcalde o diputado. La política se puede y se debe hacer, también, fuera de las instituciones, en la calle, en los centros de trabajo, en los centros de enseñanza, en los barrios… Por regla general, esta última es la forma más saludable de hacer y participar en política. LA POLÍTICA, NO ES DE LOS POLÍTICOS. ES NUESTRA. Y como nuestra que es, debemos reivindicarla y practicarla.
Estamos, pero todas las cosas se cambian desde dentro. Os animo a todos los que pedis una Democracia participativa, a que os agrupeis o en un momento dado os acojais a unas siglas y desde dentro cambiar los pilares de la Democracia. Sería los mas sano, que todos abandonaramos la poltrona de criticar todo y asumieramos la responsabilidad del tirar del carro. Es muy cómodo pedir, pedir, pedir y criticar, criticar y criticar y esperar, esperar a que nos den la solución los que en su dia tomaron la responsabilidad.
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