La verdad es que en la última semana no he podido atender adecuadamente este blog porque, y ese era el objetivo, andaba conociendo una isla como Lanzarote, toda una sorpresa para los ojos después de esquivar la información previa y ajustarse a un coche de alquiler, un navegador y un mapa orientativo. De ahí que muchas de las ediciones y publicaciones de comentarios las hiciera a golpe de móvil y apretara a suprimir indebidamente.
En estos días hubiera querido hacer un seguimiento mayor de todo lo acontecido con el padre Antonio allá en El Salvador, contactar con mi prima Mar, que ahora está allí, para saber algo más de su situación o haberme hecho eco de la concentración en su favor el pasado domingo, de la cual mi amigo Jose me mandó fotos pero no pude conectarme a facebook por un olvido de contraseñas.
También me hubiera gustado dar más espacio al tema de la Motilla del Azuer, en todas sus vertientes, pero sucumbí al ocio casi total y apenas podía encontrar pequeños ratos para actualizar el blog.
Ya, sin embargo, estoy de vuelta y habrá más tiempo para abordar y reflexionar sobre lo que ocurre en estos días por Daimiel u otros temas de actualidad mientras, eso sí, repaso todo lo vivido estos días en una isla que, dicen, o te seduce por completo o no te gusta. Yo, desde luego, he quedado seducido y desde aquí recomiendo a quienes todavía no la conozcan a que se atrevan a visitar un paisaje singular, de una belleza muy peculiar y admirable, que aparentemente ha sabido conservar la armonía aunque, lo dicen los propios isleños, sus más de 200 imputados la convierten en la isla corrupta por excelencia, y aún así no han terminado de desnaturalizarla. Pero ya habrá tiempo de hablar de esto o del tema de las prospecciones de petróleo frente a su costa y que tienen en pie de guerra a gran parte de los conejeros.
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