Al contratar productos bancarios, en muchas ocasiones, casi todas, se hace en función de la confianza del cliente con quien se lo ofrece, en general personas conocidas, que llevan tiempo atendiéndoles y con los que se establece esa relación de confianza que permite dar el paso para contratar tal o cual producto. La mayoría ni lee ni tiene la capacidad, al hacerlo, de entender todas las condiciones que conlleva ese tipo de contratación y por eso demanda la información básica del empleado, un comercial que se supone conoce los productos que vende y que, a la vez, vela por sus clientes (o debería hacerlo). Sin embargo no siempre es así, porque sometidos a presión de los objetivos que impone la empresa en ocasiones quienes pagan el mayor precio son la parte más débil de ese triángulo que son los clientes y la confianza buscada por ellos no siempre es correspondida, de manera que quienes contrataron el producto descubren después que no era tal como se lo habían contado.
El caso es que son muchos los preferentistas que ahora se han sentido engañados. No digo yo que todos, por supuesto, pero sabemos de la mala praxis de algunas entidades bancarias para colocar este tipo de productos sin demasiado remilgo y sin garantizar la información imprescindible, y eso ha dado lugar, unido a la necesidad de rescatar el dinero, a que muchas personas hayan descubierto que aquel "buen producto" ahora les dejaba sin capacidad de acceder a un dinero que muchos necesitaban, y a que, de paso, hayamos descubierto esa manera artera de proceder de algunos de estos bancos.
Por eso, creo, hay que celebrar que el goteo de sentencias que se van conociendo casi siempre favorezcan a los "estafados" por las preferentes y demuestren que las entidades obraron, en muchos casos, de forma engañosa y fraudulenta. Y hay que celebrar también que en los juzgados de Daimiel , ahora el nº1 y antes el nº 2, hayan fallado sendas sentencias que obligan a Bankia a devolver los importes metidos en esas preferentes, amén de los intereses, para dar cierta seguridad jurídica a los afectados en general y a estas dos familias en particular.
Lo peor, claro, es la fractura de esa confianza cliente-banco, porque los productos que ofrecen suelen ser complejos, con una letra pequeña nada fácil de entender, y uno necesita confiar en quien se los ofrece creyendo que además de los intereses del banco le importan los del propio cliente. Y eso, ahora mismo, genera demasiadas deudas tras todos estos casos.
Ver noticia de la sentencia:
ResponderEliminarEmpezando por que me alegro enormemente de estas Sentencias, y que ojalá la mayoría fueran en esta línea, sobre todo para todos los engañados, ya que hay que reconocer que todos no fueron engañados, sino que algunos se intentaron aprovechar de esos elevados intereses que estaban dando esos mismos productos, y sobre todo me alegraría por esa mala praxis de algunas entidades bancarias (que tú dices) NO, sino por esa MALÍSIMA y alegal praxis de TODAS las entidades bancarias.
Pero te quisiera puntualizar eso que dices respecto de los empleados bancarios de “porque sometidos a presión de los objetivos que impone la empresa”, ya que esa presión de la que hablas, es tan sencilla como que les dicen, por ejemplo, si este mes consigues hacer 60.000 euros de preferentes, a parte de lo que te corresponde por tu nómina, te doy un plus, una gratificación o unos rappels de 1.200 euros, ya ves que “presión impone” la banca, una “presión real impuesta” sería si les dijesen, por ejemplo, que si no consigues hacer 60.000 euros de presentes este mes, te despedimos, o te abrimos un expediente disciplinario, o te deducimos de tu nómina un porcentaje, etc., pero como deberías saber eso no es así, la presión de la que hablas es una simple contraprestación económica a favor de ese empleado.
Dicho esto, digo yo, en todas esas Sentencias que sean firmes, y que obliguen a una entidad bancaria a devolver el dinero a ese perjudicado, engañado, ahorrador, inversor o como le queramos llamar, ¿por qué no se le obliga igualmente a ese empleado de la entidad a devolverle a su entidad bancaria esa gratificación, plus, o rappel económico que se le dio en su día por dicha operación?, ten por seguro que algunos NO fueron engañados y firmaron las preferentes sabiendo lo que hacían, para intentar aprovecharse y conseguir un interés muy alto, pero tampoco es menos cierto que esos empleados hacían dichas operaciones, a sabiendas, y para igualmente aprovecharse y conseguir unos complementos económicos, y que ninguno son hermanitas de la caridad.
Pues mira, creo que una cosa eran los incentivos, claro, y otra la presión para que fueran alcanzados. Si no se alcanzaban los objetivos existía esa presión que digo y si se conseguían venían los premios, luego creo que una cosa no quitaba a la otra.
EliminarTampoco defiendo a los empleados, ojo, ni digo que ignorasen lo que vendían, pero desde luego existía un elemento coercitivo que limitaba la oposición a venderlos porque se han conocido despidos de directores que no quisieron entrar en esa dinámica. Angelitos no pero conviene no olvidar la responsabilidad primera y principal de los bancos antes que las de sus empleados, ¡que también!
Es posible que en los próximos días veamos más sentencias favorables a los impositores en justicia por el vil engaño al que fueron sometidos.por parte de estos trabajadores, que no solo eran de se su confianza, sino que a veces eran sus amigos y que además de de sus pingües sobresueldos disfrutaron de cruceros, vacaciones en hoteles de lujo y algunas "gabelas"más.
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