Hay cosas que no terminan de cuadrar. Con la reforma de las pensiones desvinculadas del IPC parece claro que se va a ahorrar mucho dinero. Pero ahora llega la ministra Báñez y nos dice que, además, las pensiones van a ganar "poder adquisitivo a medio y largo plazo con toda claridad". Y dado que uno no cree en milagros, y menos con el dinero, no comprende que eso vaya a ocurrir salvo que la economía mejore no levemente sino de forma radical, inmediata y constante, como nunca antes lo había hecho en este país ni siquiera en las dos últimas décadas, y no hay ni un solo dato económico objetivo que lo acompañe.
Si en los años malos las pensiones se revalorizarán un 0'25%, independientemente de lo que resulte el IPC, y en los años buenos será tenido en cuenta el IPC más ese 0'25%, significa varias cosas:
Primero, que cada año malo tendrá que ser compensado por tres, cuatro o más años buenos para que el poder adquisitivo de los pensionistas mejore.
Segundo, que los años malos deben ser poquísimos o ninguno.
Tercero, que la determinación de un año malo o bueno tendrá que basarse en criterios muy objetivos y nunca a capricho de los gobernantes de turno.
Por tanto no me creo para nada a Fátima Báñez y creo, firmemente, que la reforma para el cálculo de las pensiones se traducirá en pérdida de poder adquisitivo sin discusión aunque, eso sí, las cantidades crecerán siempre un 0'25% anual incluso yendo todo horriblemente mal. Pero cualquiera sabe que el poder adquisitivo se determina en función de los bienes que puedes adquirir en base a la cantidad de dinero que percibes y si los precios suben por encima de ese 0´25% la conclusión es que se podrá comprar menos con el mismo dinero, salvo que, como he dicho antes, todos los años o la gran mayoría sean considerados buenos o muy buenos, lo cual suena a optimismo recalcitrante y no muy realista.
Pero es que escuchando las loas de la CEOE y las críticas sindicales a uno le parece que todos mienten, y que lo hacen conscientemente para llevarnos al huerto de sus propios posicionamientos políticos. Prefieren mentirnos que entrar en un análisis sensato, objetivo, informativo. Les puede tanto la mentira que son incapaces de prescindir ni un segundo de ella, bien porque crean que no merecemos la verdad o porque están convencidos de que somos tan estúpidos que pueden hacer pasar sus embustes por verdaderos.
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