Uno, en la oposición, puede decir todo lo que le venga en gana. Al fin y al cabo la mentira y el embaucamiento son dos de las artes políticas y lo único que ha de esperarse, tras utilizar ambas, es que los electores tengan poca memoria.
La última ha sido la de Gallardón y su "renovación" del Consejo General del Poder Judicial. Ahora le echan en cara que prometiera cambiar el sistema de elección de los consejeros porque el vigente, ese de reparto por cupo político, "perturbaba" el espíritu de la Constitución. Pues volviendo al refranero, "no quieres sopa...¡pues toma dos tazas!", y el ínclito Gallardón ha olvidado sus intenciones y promesas y se ha lanzado con entusiasmo a la misma dinámica intervencionista, con la colaboración de PSOE, IU, CiU y PNV, para nombrar afines, seguir maniatando a la justicia, proteger sus traseros y convertir ese órgano judicial en una parodia ridícula que nada tiene que ver con la independencia judicial. Aunque claro, tampoco es que los jueces la reivindiquen mucho cuando sobran los arribistas y tiralevitas para agachar la cerviz ante los partidos y hacer carrera.
Y todavía Gallardón tiene la caradura de declarar que esta renovación marcará un antes y un después, ¡será cínico! Nunca ha habido un antes porque nunca han querido que lo hubiera y sin justicia independiente la democracia resultante es el cuento del Jeromín. Y ese después solo es más de lo mismo, una estafa democrática heredera de Felipe y Alfonso y ya antes de regímenes que siempre gustaron de amarrar a la judicatura bien corta para tener todo atado y bien atado.
¡Qué fácil es la demagogia desde la oposición, lanzar promesas de todo tipo, engatusar prometiendo cambios y embelesar con embustes! Lo hacen los partidos antes de alcanzar el poder y aquellos otros que quizá nunca lo alcancen. Pero muchos ciudadanos tenemos memoria, aunque menos de los que debiéramos, sabemos de sus incumplimientos y mentiras, de esa farsa interesada que les llena la boca de intenciones que luego contradicen con sus hechos.
Gallardón no ha hecho nada que no hicieran antes otros ministros de los partidos gobernantes, pervertir el concepto de independencia y obrar para controlar ese órgano de decisión. Pero su agravante ha sido criticar abiertamente lo que ahora se pliega a hacer y encima quererlo vender como un avance. Y con esa cara de palo para que no se le note la desvergüenza.
¿En qué mejora ese reparto la justicia que van a recibir los ciudadanos de a pie? No busquen, no podrán hallar respuesta alguna.
Y no sería tan grave si pudiéramos distanciarnos del resto de decisiones que se están tomando últimamente pero, por desgracia, esto es un suma y sigue. Ellos se protegen y al resto nos desamparan. Éste es el concepto que los políticos tienen de la democracia, seguramente uno de los más pobres y ruines que se pueden tener de él y por eso lo usurpan, se lo apropian y nos dejan los ripios.
(Viñeta de El Roto, publicada en El País el 16 de noviembre de 2013)
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Reflexiono y pienso: ¡ Todo lo que estamos perdiendo!,
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