PATRIMONIO DECADENTE, CASI EXTINTO, RESIDUAL O DESAPARECIDO (Página nº 1502)

Daimiel ha visto como una parte de su patrimonio arquitectónico, natural, cultural, documental y etnológico ha ido desapareciendo, en mayor o menor grado, y con los propios daimieleños siendo parte activa de ese proceso degenerador que, finalmente, ha hecho que apenas haya quedado un rastro mínimo de ellos. En otros casos la situación no se ha convertido en irreversible pero queda sometido a unas circunstancias nada estables que advierten de una suerte semejante. Y sólo una porción pequeña de esa riqueza patrimonial puede considerarse a salvo o menos maltratada.

Más que un inventario extensivo prefiero hacer un repaso intensivo, del que me dejaré, seguro cosas, pero que podéis añadir en los comentarios.

Así, en cuanto a patrimonio natural de gran valor tendríamos Las Tablas de Daimiel (degradadas pero recuperables, pecando de optimismo), el Guadiana ( en su tramo desde los Ojos al parque nacional, una especie de zombi coyuntural tras haber vuelto a la vida). Menos valioso, dada la situación, el resto de lagunas desde Navaseca, ahora un rebosadero de aguas depuradas sobre mínimos, y el resto ya desaparecido. O las Tiñosas, volcán, junto al de la Nava, totalmente desvirtuado e irrecuperable.

Si apelamos al patrimonio arquitectónico más allá de los edificios religiosos, que son casi de largo los que presentan mejor situación, cabría destacar una fachada de la casa de los Cantos Gordos, algunas viviendas que aún no han sucumbido a la presión especulativa, y el legado local de Fisac también a salvo pese a las reformas parciales, o alguna de esas enormes chimeneas industriales supervivientes. Fuera del casco urbano las motillas, especialmente la del Azuer por ser la más estudiada y presentar mayor y mejor estado de recuperación, la Venta de Borondo, el mojón de Moratalaz, los escasos bombos no demolidos y el destruido patrimonio de los molinos del Guadiana. Si juzgamos el estado de la mayoría de este patrimonio hay que hacerlo con preocupación. Por no contar la gran parte de edificaciones que ya no existen, algunas de un valor notorio para entender otras épocas o para conocer la estructura típica de esas viviendas típicas que contenían patios, cámaras, bodegas, cuadras, cuevas y huertos.

En cuanto al patrimonio documental puede que presente una situación aceptable puesto que tanto el archivo municipal como el parroquial han podido preservar una parte muy importante aunque los avatares que se han vivido y el hecho de que sea más bien reciente el inventario o organización de los de procedencia municipal haya dado lugar a pérdida patrimonial.

Si nos referimos al patrimonio cultural y etnológico, como en casi todos los lugares, se puede afirmar que ha logrado preservarse de modo aceptable y que a ello ha ayudado ese otro patrimonio intangible que es la memoria y la cierta facilidad de rescate a partir de las propias gentes y su esfuerzo personal o asociativo.

Lo cierto es que no nos hemos destacado por un apego al patrimonio ni por un esfuerzo para conservarlo. Lo que nos queda, mucho siendo tan poco, en muchos casos aparece decadente, casi extinto, residual, entre  todo ese mucho que es muchísimo patrimonio definitivamente perdido.

Por cierto, esta entrada surge después de descubrir el blog que David Cejudo, ponente en las pasadas Jornadas de Historia, que dedica a la Venta de Borondo, y que animo a visitar, Bien catalogado de Interés Cultural  y que presenta una situación lamentable:

http://ventadeborondo.blogspot.com.es/

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