Es evidente que a algunos les molesta que se resalten algunas circunstancias negativas de Daimiel, siquiera sea la mala forma de proceder con los vehículos aparcados en lugares indebidos o el asunto de los ciclistas poco cívicos que circulan en dirección prohibida, por las aceras o en las zonas peatonales donde está prohibido expresamente hacerlo. No termino de saber por qué, salvo que sean ellos mismos quienes puedan incurrir en estas acciones e incluso llamarlas errores para no asumir su responsabilidad.
Algunos hasta sacan mi condición de funcionario, aunque cualquier empleado de una empresa privada, un empresario o un parado, por poner tres ejemplos, podría escribir letra por letra lo que yo redacté en esas entradas ya que en ningún momento hay referencia alguna a esa condición.
Claro, la cuestión es que lo ha escrito no un asalariado del sector privado ni un empresario ni un parado, y eso lleva al del comentario inicial a cuestionar que un empleado del sector público pueda hacer uso de lo privado o que un ecologista esté obligado a usar el transporte público. No cabe razonamiento más pueril, lleno de prejuicio y completamente baladí y falto de cualquier rigor.
Un empleado público trabaja en el sector público, como es de cajón, y recibe un salario del sector público. A partir de ahí no se puede pretender meter el dinero en un banco público, comprarse un coche público, ir a un supermercado público, comprar libros de texto en una librería pública y asociar todas las acciones de la vida a lo público. Lo contrario, como se decía en otro comentario, es igual de absurdo, pues no es razonable que quien cobra un sueldo de la empresa privada no pueda hacer uso de los servicios públicos. Según tan necio pensamiento, y por llevarlo al absurdo que es donde mejor encaja, ¿un empleado público habría de casarse sólo con mujeres públicas?, ¿al morir debería ser costeados los gastos por la empresa pública?, ¿sus hijos pasarían a ser del dominio público? Por cierto, ¿cuál es el transporte público que debo usar en Daimiel como ecologista? ¿Adif, medio privada ya?, ¿Aisa, que es privada aunque dé un servicio público?, ¿Taxis de Daimiel, idem de idem?
Es tan lamentable el concepto de empleado público y de ecologista que tiene el autor del comentario que da más pena que risa, porque además de partir del prejuicio desconoce como funcionan las cosas, a pesar de haberlas explicado ya aquí en otras ocasiones en cuanto al tema de la sanidad público-privada de los funcionarios y que es una situación impuesta, por más que pueda preferirla, por la propia administración.
Normalmente no entraría a contestar a un comentario tan insustancial pero parece claro que no lo hace contra el funcionario sino contra mí, aprovechando que lo soy, y estoy en mi derecho de destacar lo vacuo y torpe de su argumentación.
También dice que si yo no me equivoco. Claro, como todos, con el añadido de que intento aprender de los errores para no recaer en ellos, pero lo hace como si el poderte equivocar impidiese poder hacer una valoración crítica de lo que sucede a nuestro alrededor, lo que ya es el culmen de la torpeza argumentativa. No hay por donde cogerlo y no me extraña que haya quien le atribuyese una mente perezosa porque ha dado en toda la diana.
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LA ASIGNATURA DE EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA DEBERÍAN IMPARTIRLA ENTRE LOS ADULTOS EN LUGAR DE HACERLOS ENTRE LOS NIÑOS.
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