miércoles, 7 de septiembre de 2016

DEL AYER AL HOY EN DAIMIEL (Página nº 3868)


Maravillosa foto, publicada en "Daimiel en el Recuerdo". Y lo es porque nos devuelve a otra época, sí, pero además porque ensalza algo que se ha ido perdiendo: la espontaneidad festiva de los daimieleños. 

Y me explico:

Cuando veo estas fotos me hacen recordar cómo, de chavales, en fiestas como las de Navidad o éstas de Carnaval, donde no existía tanta programación ni tanta oficialización de los festejos, nos lanzábamos a la calle con la sana intención de divertirnos y era muy sencillo que, casi de la nada, surgieran grupos que comenzaban a juntarse, unirse, montar una conga o algo igualmente divertido y lúdico y dar ese aire festivo pero siempre espontáneo.

Yo recuerdo, por ejemplo, que el último día de clase en el instituto salíamos antes y marchábamos a la Plaza, junto al Belén, y entre juegos y bailes terminábamos la mañana llenos de alegría y felicidad, semejante a lo que nos transmite esta fotografía que, posiblemente, es de algunos años antes y el época carnavalera.

Me da que a las administraciones se les fue un poco la mano programando, apropiándose, seguro que con buena intención, del desarrollo de las fiestas para darles mucho contenido. Sin embargo, a la larga, me da que le arrebataron el populismo, en su mejor sentido, la mencionada espontaneidad y naturalidad que le conferían las personas sin horario ni plan ni itinerario.

Y es que aquellos festejos se vivían de otra forma y nada tiene que ver, para lo bueno y lo malo, con las actuales donde todo quiere ser controlado, medido, financiado y convertido en desfiles y, por ende, a muchos de nosotros en meros espectadores.

Por eso me ha encantado esta foto, ese triunfo de la calle venciendo la artificiosidad, ese natural jolgorio que invita al resto a sumarse, a cogerse del último y celebrar la vida y sus festejos.


***

6 comentarios:

  1. Es bueno recordar el pasado para ver lo que sucedió, pero no es bueno que se quiera volver a estos tiempos.

    La vida evoluciona, cambian las formas y no por ello ha de ser peor, sino que normalmente can a mejor.

    Las administraciones organizan actividades pero no te obligan a que hacer lo que digan.

    Otros están a gusto y les gusta que la administración se involucre en los diversos actos que hay, es más consideran que es lo mejor para que de esta forma haya buena organización y se desarrollen mejor los actos

    ¿o es que deseas y veneras volver al pasado?

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    1. No venero volver al pasado. Creo haberme explicado bastante bien. Tampoco creo que el presente, solo por serlo, sea siempre mejor.

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    2. Unos son gustosos con lo actual y alguno añora el pasado.

      Lo cierto es que hay que subirse al tren y estar con el presente que es lo que existe.

      El pasado es pasado h no vuelve nk volverá por mucho empeño que se ponga.

      Aunque nadie es obligado a seguir y a apoyar el presente.

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  2. hay que recordar el pasado, pensar en el futuro, pero lo de verdad importante es el prensente.

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  3. Estoy escuchando el pleno en radio Daimiel y es curioso que lo escrito en este blog tenga las mismas palabras que las dichas por Galo.

    Es mucha coincidencia por lo que se ha descubierto quien escribe sobre lo sucedido con lo que de dice sobre la fotógrafa y la coincidencia al cien por cien con lo dicho por Galo.

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  4. Fancisco Aguerrero Muñoz de Morales8 de septiembre de 2016, 11:40:00 CEST

    Bueno, hoy en día nos enfrascamos en contrarrestar lo que dice esa persona que no coincide conmigo en todo, por ejemplo. Polémicas bizantinas, inútiles.
    Voy a limitarde a un dibujo que publicó Mingote hace tropecientos años, humorista para los jóvenes que no lo conozcan: Era el seis de enero. Aparecía un niño de apaciencia rico sentado y rodeado de regalos propios del día, muy valiosos. Por otro lado se hallaba un niño de aspecto pobre. Iba corriendo tras un aro de ésos que se sacaban de las "sardinas salás" de "cuba", procedentes de Isla Cristina, Huelva. Y le daba con un palo, todo gratis. Era un juego interesante pues no era fácil mantener el aro sin que caiga. El niño rico miraba al pobre con cara de asombro o envidia ¿? y decía: ¡Ahí va! ¡Qué invento!

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