sábado, 31 de octubre de 2015

¿SOY YO O ES QUE EL MUNDO SE ESTÁ VOLVIENDO IRREMEDIABLEMENTE IMBÉCIL? (Página nº 3321)

Escribió Rafael Alberti un libro titulado "Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos". A estas alturas yo me siento igual porque si no habría que creer que el mundo ha sucumbido a una espiral de estupidez inimaginable.

Lo último, por aquí, lo de las "comuniones civiles" o, como lo denomina el reportaje de El Confidencial, las "hostias civiles", a cuenta de que el Ayuntamiento del Rincón de la Victoria, en Málaga, ha modificado sus ordenanzas para recoger la celebración civil de esta ceremonia, previo pago, claro, por el que los niños (o sus padres) que no desean celebrar la comunión como rito católico puedan llevar a cabo este sucedáneo laico.

Lo más cómico es que renegamos de una religión pero se nos hace el culillo espuma tratando de emular los momentos que establece dicha religión, eso sí, con el toquecito civil para dejar claro que no es lo mismo. Así, hace unos años, plantearon celebrarse bautizos civiles y pronto se sumaron a la pachanga decenas, centenares de familias. Para justificarlo pensaron que era la forma de que los padres se comprometieran así, ceremoniosamente, a proteger y defender los derechos de la infancia, como si el hecho mismo de ser padres, sin necesidad de tontunas, ya no obligara, por sí mismo, a ese compromiso.

Ahora viene la comunión civil. Euros para el Ayuntamiento y el numerete paternal, según testimonio de la primera solicitante, justificando su necesidad porque no quiere que su hija se sienta discriminada, y llega a decir que es maravillosa la oportunidad que el Consistorio brinda a su hija y a otros niños para que hagan la comunión independientemente de la parte religiosa. Con lo fácil que sería que les montasen una fiesta a sus niños, donde quisieran, vestidos de lo que quisieran, para celebrar su vida, sin tener que necesitar de ordenanzas, ayuntamientos y sucedáneos de modelos religiosos, pero no, creo que se sienten tan inseguros y acomplejados que terminan orquestando esa bobería que copia una ceremonia religiosa pero quitándole la parte principal que tiene. Para mear y no echar gota.

¿Qué será lo próximo?, ¿la "confirmación civil"?, ¿la "extremaunción laica"?, ¿alcanzaremos a ver el umbral de la estupidez persiguiendo los "sacramentos civiles"?

Saben, quienes me leen, que soy bastante descreído en el tema religioso, que no soy adalid de la defensa de estas ceremonias o ritos católicos, pero de ahí a presenciar estas pantomimas ridículas va un paso. Muchos van de ateos pero parecen necesitar suplantar su descreimiento con estos paralelismos religiosos aunque señalando que ellos lo hacen prescindiendo de esa religiosidad, lo que a mí me parece de una incongruencia manifiesta.

Cierto que cada cual puede hacer lo que le de la gana, que cada uno puede elegir sus opciones, pero me parece que en muchas ocasiones la estupidez nos elige a nosotros y ya no nos suelta.

Casi necesito pensar que yo era un tonto y lo que he visto me ha convertido en dos tontos, aunque es abrumadora la sensación de que más que eso es que parte del mundo se ha vuelto irremediablemente imbécil.



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6 comentarios:

  1. Especial para padres y profesores sobre el uso de las nuevas tecnologías en casa y en la escuela. Dura casi media hora, pero creo que merece la pena.

    https://www.youtube.com/watch?v=oOclJjLVCKY&list=PLf2g_-RGJydYl4esLvvGskoPCVBVWlbrV


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  2. Dejemos a la iglesia con sus seguidores y fieles, y a los demas con sus creencias, su forma de actuar y de ver las cosas, aunque sean distintas a nuestros principios.

    Aqui se basa la democracia, en que cada uno haga lo que quiera, siempre que respete y no falte a los demás, aunque no compartamos lo que hacen

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    1. Lo absurdo no dejará de serlo por más que alguien lo haga y tenga la libertad de hacerlo, como si quieren chupar cerraduras o tratar de ordeñar una trucha.

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  3. Lo cierto es que en estos tiempos se inventan más gilipolleces que cosas útiles.Te doy la razón Totem; es incomprensible.

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  4. Todo este tipo de "ceremonias" (ya sean religiosas o laicas) responden a una enfermiza necesidad de autoafirmación, ya sea de los interfectos o sus progenitores. La demostración empírica se refleja en los convites posteriores y sus listas de invitados.

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