jueves, 3 de septiembre de 2015

UNA TRÁGICA MUERTE QUE NO LOGRARÁ CAMBIARNOS (Página nº 3262)


La imagen es terrible, pero no solo por que signifique la tragedia de un niño de tres años ahogado en una demencial travesía hacia un futuro que se presentaba claramente incierto sino porque evidencia en su inocente fatalidad el grado de deterioro humanitario al que hemos ido llegando y donde la vida de algunos no parece valer absolutamente nada en tanto se sobredimensiona la de muchos otros por causas tan pueriles que aún logran ahondar más el drama de quienes parecen debatirse entre la muerte segura de su situación vital y la muerte probable de esa huida casi necesaria.

La escena puede ser sobrecogedora pero, desde este lado del mundo, hemos ido aprendiendo a no mirar, no escuchar, casi no sentir pasando de inmediato página. Empatizamos mínimamente, como para demostrar pena, adhesión, pero volvemos de inmediato a lo nuestro. La vida de ese niño, que deseamos anónimo, logra conmovernos pero evitamos acercarnos al lado real de la tragedia, a la razón final que ha dado con ese frágil cuerpo junto a una playa VIP, esa Marbella turca que señalan algunos medios.

La realidad es que el color de piel, las fronteras, la ideología, la pobreza, la religión, las variaciones étnicas, son las verdaderas fronteras por las que muchos seres humanos pierden la vida, por la que aparecen gran parte de la miseria que todos vamos atesorando, a veces contra los demás. Son las causas de las guerras, las persecuciones, los ataques, en los que buena parte de las poblaciones se ven envueltas sin encontrar otra salida que escapar y anhelar refugio más acogedor. Pero para entonces, ya los hemos despersonalizado, convertidos en número, para que no nos conmuevan, para no sentirnos obligados a su auxilio, y aunque nos altere ver a esa pequeña criatura batido por las pequeñas olas que llegan a la orilla y hacen mover su cuerpo sin vida en el fondo no nos movemos un ápice de la compasión.

Vendrán otros muertos, muchísimos más, y nos dolerán imágenes como estas, pero no habremos hecho casi nada por evitarlas como no lo hicimos nunca, porque las soluciones, siquiera parciales, tampoco serán tomadas. Y ahí seguirán las fronteras, los colores de piel, las religiones, las diferencias étnicas y culturales, las ideologías políticas, las economías podres y acaudaladas, trazando nuevas rutas para terminar muriendo trágicamente pero sin tocarnos al resto lo suficiente el corazón como para alentar a que se tomen decisiones. Convivimos con ese dolor pero nos impermeabilizamos contra él, blindamos el corazón contra la realidad relevante y deseamos que nunca nos toque pasar por ello. Y exigimos fronteras, aplaudimos diferencias, exaltamos patrias y potenciamos singularidades, como si de verdad eso fuera mucho más importante que nuestros prójimos.

Lo peor de esa imagen, amén de la propia muerta de Aylan Kurdi, es que será una muerte inútil más de la que ni aprenderemos ni nos hará cambiar el rumbo demencial de nuestro destino como colectividad humana.


***

4 comentarios:

  1. Tu escrito está lleno de pesimismo. Sim embargo yo creo que esta foto salvará a otros niños y con uno que se salve es como si se hubiera salvado él. Hay gente buena, la mayoría, lo que pasa es que callamos. Tristemente. Vergonzosamente.

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  2. Nadie debería callar, nadie debería haberse callado durante todo este verano trágico de huídas y hundimientos. Nadie debería estar de brazos cruzados ante la pasividad de los gobiernos y su responsabilidad en esta tragedia que alcanza a tantos inocentes. Hay que gritar que están equivocados y que los refugiados necesitan refugios y no alambradas de espino y que Europa tiene una gran responsabilidad en todo y que ya es hora de que el sentido común, la humanidad y los derechos se impongan.

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  3. A mí me gustaría hacer algo, por ejemplo desde este blog...pero por dónde empiezo? Sé que tenemos que levantar la voz para que nuestros gobiernos compartan lo que tenemos....aunque, egoistamente sé, que nuestra forma de vida tambien tendría que cambiar...y la pregunta es si estamos dispuestos a ello.

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  4. Sólo la responsabilidad y la solidaridad de algunas ciudades, ongs y muchos particulares han logrado doblegar el inmovilismo y la negación de este gobierno inhumano, inmovilista e insolidario para comenzar a recibir a algunos refugiados.

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