¿100 DÍAS DE CORTESÍA? (Página nº 3219)

Leopoldo se crispó, o fue crispado, por Galo. Ya no está Cristina y ahora el portavoz de IU es quien parece que, en ocasiones, le saca de sus casillas. Ese sarcástico "¡gracias por los cien días!" que le espetó también contenía cierta ira, o al menos  a mí, por la radio, me lo pareció, pero no parece Sánchez-Bermejo amigo de protocolos ni treguas.

Entonces pensé en este formalismo de los 100 días de cortesía y, con sinceridad, en este caso, como en la mayoría, me parece fuera de lugar y reclamarlo casi una pataleta. 

¿Por qué?

Entiendo que cuando llega al gobierno, de cualquier tipo, un nuevo equipo sin experiencia en esas lides o que no ha ostentado el poder durante la última o anteriores legislaturas, cabe dejar cierto margen de acción porque emplean cierto tiempo en cogerle el punto y casi no se toman decisiones. 100 días son un número redondo pero simbólico y no determinante. Y en el caso que nos ocupa gobierna el mismo partido que en los cuatro años anteriores, con una política continuista como bien se han encargado de exponer, cuyas delegaciones con más peso continúan en manos de personas que ya estaban antes, excepto Jesús David, que a cambio, parece haberse estado preparando desde hace tiempo y aparenta dominar ya los aspectos fundamentales de su responsabilidad principal. Y entonces esos 100 días parecen, al menos a mí, bastante menos justificados que en otros casos.

Además, ¿cómo quieren entender algunos estos cien días de gracia? ¿Un espacio acrítico per se? Los grupos de oposición, en cualquier administración, juegan un papel fiscalizador, amén de propositivo, y deben cumplir esa tarea desde el primero al último de los días. ¿o es que esos cien días hemos de entenderlos como una carta libre en el que se pueden tomar sean cual sean las decisiones sin que la oposición se muestre beligerante y las discuta si no está de acuerdo con ellas? Otra cosa es valorar si esa acción fiscalizadora se hace mejor o peor, si viene cargada de argumentos o solo dispara a discreción para hacer ruido político, pero yo tengo bastante claro que cada toma de decisiones de quienes gobiernan ha de ser valorada, discutida, peleada si no se comparte, sea el primer día, el quinientos o el mil.

Pongo, para terminar, un ejemplo. El Gobierno de Rajoy tomó, en sus primeros cien días de gestión, decisiones de gran calado marcados por las reformas, los recortes y la respuesta social a esas medidas. ¿Por qué había que respetar esos cien días de gracia cuando se estaban tomando decisiones trascendentales para este país, imprescindibles y necesarias para quienes gobernaban y desproporcionadas e injustas para la oposición? ¿Acaso esperó Rajoy 100 días para tomarlas en base a adaptarse a su nueva responsabilidad y valorar en ese tiempo las decisiones que iba a tomar?, ¿tenían que aguantarse 100 días quienes pensaban que aquello era un disparate?

Lo siento por Leo pero cogerse ese mosqueo por lo de los 100 días... Que no le gusten las formas de Galo es hasta razonable pero que éste quiera posicionarse, con mejor o peor labor y formas, desde el primer segundo me parece lógico y que no renuncie a fiscalizar incluso los primeros 100 días hasta su obligación.

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