La web tablasdedaimiel.com informa, bajo el título "Comienza la protección de los Ojos del Guadiana", de que meses después de la situación producida en ese paraje, con la intervención de la Guardia Civil tras el intento de ocultar un afloramiento, la Dirección General del Catastro hace una delimitación del dominio público en la zona que va desde la carretera de Puerto Lápice a Daimiel hasta la zona de Zuacorta y cuyo adjetivo de cicatero comparto con los responsables de dicha web. Sí, es una buena noticia, por supuesto, aunque por el momento insuficiente porque una cosa es que sobre el papel exista un reconocimiento de ese dominio público y otra cosa bien distinta es que la apropiación y aprovechamiento particular deje de hacerse como hasta ahora.
¿Vamos hacia el buen camino? Hemos de creer que sí pero uno ha aprendido a desconfiar necesariamente porque ha vivido y conocido todo lo que se ha hecho en la zona y lo difícil que es desandar el destrozo cuando tanto se facilitaron los pasos para su liquidación y también estamos acostumbrados a que se apele a los beneficios y los costes para justificar cualquier nuevo paso contrario a la sostenibilidad y la conservación.
El legado que podemos dejar a las nuevas generaciones ha de tratar, en lo posible, de mejorar lo que encontramos y creo que en el caso de mi generación, los del medio siglo, será complicado porque conocimos un Guadiana diferente surcando nuestro término municipal. Pero no cejamos en conseguir, al menos, que nos encaminemos a ese retorno temporal ofreciendo, en lo posible, un manadero estable, un río de caudal regular y unos espacios de ribera como alguna vez fueron y que quedaron en nuestras retinas sin saber cuanto lo anhelaríamos durante décadas.
Pero el principal legado corresponde a las instituciones, a sus pasos firmes, a su acción resuelta y comprometida, y si esto es un atisbo de intención entonces sí, claro, iremos hacia el buen camino. En tanto solo cabe como gesto y conviene apremiarles porque nos hace falta mucho más que gestos ya que los principales, hasta ahora, siempre han venido del lado de la propia naturaleza a través de unos años de generosas precipitaciones y eso conviene acompañarlo de medidas más que gestos para que finalmente podamos felicitarnos de haber hecho las cosas medianamente bien.
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