¿Y SI PODEMOS FUERA PARA CASTA? (Página nº 2773)

A Podemos les han llamado extrema izquierda, chavistas, populistas, demagogos, oportunistas, peligro para la democracia, apocalipsis del estado del bienestar y no sé cuantas cosas más. Cada cual puede tener sus razones más o menos fundamentadas para colocar un calificativo a un partido surgido casi para alimentar el final de los recuentos electorales, en esa hilera de partidos de los que casi no podemos concretar lo que significan sus iniciales, y de pronto casi encabezan las encuestas hasta poner nerviosos a los dos grandes partidos y rematar al resto. Vamos, que amenaza tambalear el bipartidismo... o lo mismo consolidarlo fraguando un pacto PP-PSOE y al otro lado casi ellos en solitario viendo los descensos del resto.

El domingo pasado, que andaba por Ronda y los pueblos de su serranía, escuchaba a un grupo de gaditanos reunidos en torno a unos cafés discutir sobre Podemos, entre la empatía y el miedo a esta formación, y claro, me parece que representaba el auge de un partido en el que la gente ve una necesidad pero alimenta un miedo, un partido que crece porque parece representar algo distinto y aglutina el descontento general pero al que no se pierde de vista como para otorgarle la confianza porque se le cree capaz de darle la vuelta a todo hasta hacerlo irreconocible. Es decir, la gente, mucha, se debate entre la esperanza y la desconfianza y lo mismo quiere creer en esa especie de epifanía moral que quieren representar como recela o se  malicia que puedan ser traicionados si los respaldan.

Sin embargo para mí, que voy siguiendo por los medios digitales o en papel los últimos movimientos organizativos de Podemos, lo que empieza a llamarme la atención es una configuración personalista, controladora en pocas manos, que ya empieza a acotar la participación, la pluralidad, el debate interno, hasta el punto de que me empieza a recordar a un partido más, con una estructura que va estrangulando la diversidad y se va montando alrededor de un liderazgo indiscutido e indiscutible. Vamos, que le van asomando los primeros indicios de casta, de lo que tanto se ha ido criticando en otros, porque con ello se ha comenzado a desarmar esa estructura circular más fresca, atrevida y natural que les hacía diferentes y atractivos.

No digo que Podemos sea "casta", afirmo que poco a poco se va dirigiendo hacia formas y parámetros que conducen a reproducir lo que ya venimos rechazando, más de lo mismo, y lo digo porque las últimas decisiones, excluyentes, me conducen a hacer esa apreciación y a entender que por ahí la regeneración que proponen es más cuestionable, y acercarse a ser "casta" no es lo que seguramente muchos esperasen de este fenómeno creciente que bastantes contemplan con simpatía y recelo al mismo tiempo y que otros muchos rechazan como si fuera uno más de los Jinetes del Apocalipsis capaz de arrumbar el mundo que conocen.

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