martes, 11 de junio de 2013

SOBRE LAS HABILIDADES SOCIALES (Página nº 1944)

Leo el siguiente comentario:

"Pienso que la razón más importante de lo que estamos sufriendo se debe a la falta de una educación social y emocional. No sólo no estamos impartiendo este tipo de conocimientos sino que, por el contrario, estamos enseñando a nuestros hijos que la competencia y el egoísmo son las mejores herramientas para el triunfo.

 Mira este programa de "Redes"; me gustaría saber tu opinión sobre este tema teniendo en cuenta tus muchos años como profesional de la enseñanza."


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Después de verlo tengo que decir, lo primero, que estoy básicamente de acuerdo. Hemos adoptado modelos educativos que generalmente tienen como objetivo una formación integral en su enunciación teórica pero, en realidad, funcionan como maquinarias formativas bajo principios de utilidad social. Es decir, las personas al servicio de la sociedad, y eso ha terminado por conceder mucho espacio al currículo, las materias, las notas, y hablamos de las nuevas leyes educativas escuchando palabras como esfuerzo, capacidad, competitividad, preparación profesional, y muy pocas sobre habilidades sociales, resolución de conflictos o emociones. De hecho el perfil de las nuevas leyes apunta más a esa línea, a estimular la competencia entre alumnos pero también entre centros, a establecer evaluaciones externas, a fomentar una excelencia académica pero sin conceder valor y espacio a las habilidades sociales y emocionales. Y el problema, o el error, estriba precisamente en que desvirtuamos un desarrollo integral del alumno cuando prescindimos de una parte tan fundamental.

Como bien se dice los docentes también son víctimas de una formación que ha descuidado esa parte, nos han involucrado en estos modelos parciales y no nos han dotado de herramientas y estrategias para abordar un trabajo tan esencia como las habilidades sociales. Y hemos ido aprendiendo desde la experiencia, introduciendo nuestro mejor o peor saber hacer en este aspecto más intuitivamente que por formación previa. Y creo que en los colegios, donde la tutoría todavía juega un papel esencial, aunque de modo más transversal y no como asignatura se ha ido dando espacio a esa gestión de habilidades sociales porque hemos sido conscientes de su importancia. Pero el propio sistema no nos deja ir más allá ni facilita una formación mejor para desarrollar esta tarea.

Pero luego hay otros aspectos que siguen siendo igual de importantes y que trascienden las aulas. Ya conté como un antiguo compañero de aulas, de hace cuarenta años, fue a recoger un certificado y me decía con desolación que le parecía que estábamos educando, como familias, a "minusválidos sociales", restándoles autonomía, inmiscuyéndonos en sus conflictos, facilitándoles demasiado las cosas, evitándoles frustraciones y aislándolos, y aunque no quisiera extenderme más, en el fondo las familias y los colegios, la sociedad en general, han ido arrinconando esa otra parte esencial del desarrollo personal y desarmando a los pequeños de herramientas para gestionar sus emociones, sus conflictos, sus relaciones y su autonomía.

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SACRIFICIOS... PARA LOS DEMÁS (Página nº 1943)

Los gobernantes suelen pedir, en estos últimos años, sacrificio a los ciudadanos. Pero la petición es sólo formal porque desde luego no les piden opinión sino que tomas las decisiones para que el sacrificio nunca sea voluntario y sí impuesto, como ha sido siempre, y sólo pretenden que cale el mensaje acompañándolo de una petición de comprensión y un halago por lo bien que lo lleva la ciudadanía.

Eso sí, lo cierto es que gustosamente o no, a la gran mayoría de ciudadanos no les queda otra que sacrificarse cuando pierde el empleo, se les recorta el sueldo, se les sube los impuestos, se les recortan las ayudas, se plantean menguas en las pensiones, se le suben los precios de la luz,etc... En realidad no nos sacrificamos, que es un término que conlleva cierto voluntarismo, sino que nos sacrifican, que es expresión más conforme a la realidad, y aún a pesar de todo ello podríamos llegar a aceptarlo como una necesidad real frente a una situación crítica.

Pero quienes nos sacrifican no han entendido que también son parte de la sociedad y del sacrificio, y esa es la cuestión que más encrespa a la sociedad, que más aumenta la deserción frente a los políticos. Ahora, por ejemplo, se habla de bajar un 12% las pensiones, algunas de ellas, mediante diversos mecanismos, o se plantea eliminar el salario mínimo interprofesional, o abanderar los minijobs, ignorando que esas medidas terminarán repercutiendo gravemente en quienes menos tienen, creando una dinámica demencial que no parece preocupar a quienes, sólo en dietas, multiplican ampliamente las cantidades con las que tienen que salir adelante muchas de estas gentes. ¿Cómo lo van a valorar los políticos que además de sus sueldos y dietas no pagan trenes, aviones, tienen 3.000 euros anuales gratis de taxi, no tienen que pagar el parking en los aeropuertos, se les subvenciona parte de las comidas y bebidas en su lugar de trabajo cuando no se cargan a la administración a través de almuerzos de trabajo y todas esas compensaciones? Si hasta algunos, como González Pons el partido les paga el alquiler del piso en Madrid, o como a Pío García-Escuderos el partido les da créditos de 24.000 con 0% de interés y sin declaración alguna, o como aquel ministro socialista, Clos, que se cogía un helicóptero oficial para que le llevara a comer al famoso restaurante El Bulli. ¿Qué coño va a saber esta gente de sacrificios?, ¿con qué autoridad moral van a pedir a los ciudadanos que sean comprensivos cuando se les sacrifica si no han cedido ni un ápice de sus privilegios y parece que la cosa no va con ellos?

Así es muy fácil pedir sacrificios... para los demás, así es muy sencillo andar sacrificando a la mayoría viendo los toros desde su confortable barrera o su lujoso palco. Jamás han tenido, ni tendrán, un minijob, una pensión mínima, un sueldo igual al salario mínimo interprofesional o inferior, quizá entonces comprenderían que el verdadero sacrificio hay que pedírselo a otros y entender que con esas miserias es muy difícil salir adelante.

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lunes, 10 de junio de 2013

LA MOTILLA DEL AZUER EN EL CENTRO DE LA POLÉMICA (Página nº 1942)



A veces lamento acertar. Otras ponerme demasiado puntilloso. Pero lo cierto es que hace algún tiempo, el 5 de julio de 2012, escribí una entrada titulada "Una buena idea...¡pero con mucho cuidado!" en el que trataba sobre el anuncio de la intención del Ayuntamiento de Daimiel de hacer visitable la Motilla del Azuer y en la que expresaba que no bastaba hacerlo sino hacerlo bien, preservando las condiciones de esta emblemática edificación del Bronce, mimando las condiciones para que su accesibilidad garantice la integridad del yacimiento, reduciendo el cupo de visitantes al asumible para esa estructura cuya excavación no ha terminado y buscando la excelencia antes que la prisa.

Es evidente que el Ayuntamiento tiene cierto apremio en poder incluirlo como activo turístico, que la Junta de Castilla-La Mancha ha dado el visto bueno a costa de que no le cueste un euro y que los daimieleños y visitantes tenemos cierto deseo de poder acercarnos allí para disfrutar in situ de esa maravilla que alberga nuestro término, pero me temo que no vamos a hacerlo bien, que de nuevo la urgencia hace que declinemos responsabilidades y olvidemos aspectos fundamentales.

Hoy, en tablasdedaimiel.com, nos exponen la situación en la que se encuentra esta motilla, con zonas aún no consolidadas y, por tanto, que pueden verse afectadas por la puesta en marcha de su explotación turística, así como las actuaciones llevadas a cabo por el propio ayuntamiento daimieleño, los desencuentros con la Universidad de Granada y los profesores que han dirigido durante décadas los estudios y excavación y hasta el testimonio de uno de ellos, y lo cierto es que tras su lectura me he quedado hondamente preocupado porque, de ser todo lo contado allí cierto, y no tengo por qué dudarlo, me parece que estamos más cerca de la irresponsabilidad que del acierto, y nos jugamos patrimonio, ese que nos hemos ido cargando en los últimos cincuenta años pero que en este caso supone algo más grave porque estamos ante algo único que debe estar por encima de intereses sobre los que pese la inmediatez y la improvisación.

Dejo el enlace porque creo que es necesario leerlo y reflexionar seriamente sobre lo que está sucediendo:


Y me van a perdonar, ahora entiendo por qué las II Jornadas de Historia de Daimiel no se cerraron con la ponencia más esperada por todos, a priori, ya rotos los puentes para aquella fecha.

¡Esperemos no tener que lamentarnos nunca de esta decisión de abrir la Motilla del Azuer al público a toda costa!

domingo, 9 de junio de 2013

¿ES DAIMIEL UN PUEBLO CULTO? (Página nº 1941)

No sé si la pregunta, formulada así, es adecuada, pero en ocasiones me lo planteo porque hay elementos que me hacen dudar. Puede, eso sí, que haya quien busque, para obtener la respuesta, una comparación con otras localidades cercanas o de características similares pero no pretendo yo entrar en esa dinámica comparativa y prefiero adentrarme en un cierto análisis sobre la realidad local.

Una de las cosas que observo es que la oferta cultural, dada las características de nuestra ciudad, no es precaria ni escasa sino que, desde hace ya mucho tiempo, propicia oportunidades de acceso muy variado y dirigido a todo tipo de público. Se podrá discutir, o no, algunos de los contenidos, su acierto o la frecuencia de actividades, pero creo que dadas las limitaciones económicas Daimiel mantiene una oferta suficiente para animar a los ciudadanos a participar de ellas según sus intereses. Y cierto es que, en todo caso, quizá sea achacable que dicha oferta se genera sobre todo desde lo público y es más bien escasa desde el ámbito privado, aunque últimamente haya que agradecer iniciativas como la de La Casa con Ruedas, por ejemplo, y que tienen ese sello independiente tan necesario también.

La mirada, pues, se vuelve a los ciudadanos. Y de nuevo surge la pregunta: ¿es Daimiel un pueblo con hambre de cultura? No pretendo restringir esa idea de cultura separando la llamada cultura popular de otra aparentemente más elitista o prestigiosa. Cultura ha de ser todo porque ha de buscar todos los ámbitos y por tanto otorgarle mayor valor a unas manifestaciones culturales que a otras sería un error para este análisis. Dicho esto creo que los daimieleños no respaldan significativamente muchas de las convocatorias que se les ofertan, carecen de ese hambre de cultura, porque no parece que su respuesta a estas iniciativas se deba a un criterio selectivo que les haga escoger unas o desdeñar otras sino a un desinterés o cierto desapego que no deja de ser preocupante porque la cultura no deja de ser el principal activo social que debiera promocionarse por lo que tiene de formación personal y estimulación de criterio personal ante la realidad que se nos presenta.

Y lo más alarmante, a mi juicio, es que entre los jóvenes, nicho siempre de inquietudes de todo tipo, es donde más se nota esa falta de respuesta, ese desdén que arranca, sobre todo, de una desinformación voluntaria y un escaso deseo de probar, de conocer, de atreverse a vivir esos estímulos culturales.

Hoy mismo comentábamos algunos asistentes al acto de cierre del Certamen de Cortometrajes en el Teatro Ayala la poca respuesta de público, especialmente en ese sector joven, en una actividad cuyo lenguaje visual parece especialmente dirigido a ellos. Con entrada libre, amplitud horaria, dedicado a cortos que ofrecen un lenguaje audiovisual menos convencional, el aspecto del patio de butacas causaba tristeza. Pero es que, además, una actividad pionera en Daimiel, con una serie de trabajos que han conseguido una cierta unanimidad sobre su buena calidad, y que ha merecido que ya se hable de nuevas ediciones, ha tenido su pero, precisamente, en la menguada asistencia, como bastantes otras actividades culturales que se ofertan sin una intención previa de hacerlas minoritarias pero a las que los daimieleños no responden.

Me dirán que la cultura no se puede imponer. Por supuesto. Puede acaso estimularse, concederle la preponderancia que merece, aproximarla más a los ciudadanos, pero es triste comprobar que cuanto mayor es la oferta menor parece ser la respuesta recibida, quizá porque Daimiel, como conjunto, no es un pueblo culto ni acaso lo quiere ser.

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GENIAL "DAIMIEL" (Página nº 1940)

He estado esta mañana en el Teatro Ayala para conocer y disfrutar de los cortometrajes premiados en este Primer Certamen Nacional "125 Aniversario Ciudad de Daimiel" ya que ayer no pude asistir por encontrarme en Madrid, y aunque ya trataré algo relacionado con éste quiero detenerme en el Premio del Público, un corto de Isaac Baeza Espinosa titulado "Daimiel" grabado bajo la técnica se Stop Motion similar al utilizado en las películas de animación previas al boom digital y que a mí, personalmente, me ha entusiasmado.

Durante algo más de seis minutos Daimiel se nos aparece reconocible en ese proceso creativo en el que la filmación logra perpetuar ese arte efímero que evoluciona sobre una pared que ya consideramos nuestra y que nos descubre un artista de los pies a la cabeza.

Y ahora que el propio autor lo ha compartido en su canal de Youtube creo haber empleado maravillosamente los minutos necesarios para volver a verlo y disfrutar de su factura. Y entiendo que para quienes visitan este blog también será tiempo bien empleado, por lo que lo coloco aquí además de enlazarlo a su sitio original:




Genial "Daimiel", excelente Isaac! ¡Enhorabuena!


Enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=g6BtjbS_Wgk


LAS PRIVATIZACIONES TAMBIÉN TIENEN ESTAS COSAS (Página nº 1939)

Cuando en Educación se abre la puerta a modelos de negocio, es decir, a la concesión administrativa de licencias, permisos y concesiones a empresas privadas, es evidente que estas pueden apostar por la excelencia o pueden hacerlo hacerlo por el mero negocio.

La excelencia, por supuesto, genera prestigio y con él puede aparecer el suculento negocio que persigue su gestión empresarial, pero estos centros saben cuál ha de ser su prioridad y tratan de armar un buen equipo docente, un nivel de exigencia y generar valor al paso por sus aulas. Y aunque ciertamente esto conlleva exclusivismo, elitismo, porque suele ir vinculado a importantes costes, al menos el dinero parece proceder de esa búsqueda de la excelencia prevalente.

Otros centros buscan, ante todo, el negocio. Y la excelencia no suele ser tal porque prefieren la impostura, la apariencia, el engorde de notas, y para ello no dudan en tratar de manipular la realidad para atraer al mayor número de alumnos que representan, por supuesto, más dinero a ingresar.

Y todo esto sucede en cualquiera de los niveles educativos pero tiene mayor trascendencia en niveles universitarios, porque el acceso a ellos puede tener un factor correctivo en pruebas como la PAU o, antes, la Selectividad, o incluso las nuevas pruebas externas, generales, que preve la nueva ley educativa, pueden servir a tal fin y determinar el verdadero valor académico de los centros. Pero ya en la Universidad, ¿qué control real hay?

Cuento todo esto por la denuncia aparecida en la prensa sobre la Universidad a Distancia de Madrid bajo el título de que en ella no hay suspensos y donde se cuentan situaciones que ponen los pelos de punta porque tienen la gravedad de otorgar el mismo valor a titulaciones entre universidades que no resisten la mínima comparación pero, además, hacen dudar de la capacitación de los titulados.

Y es que en esta Universidad, de titularidad privada, al parecer tanto pagas tanto vales, y eso pasa por una falta de condiciones y autonomía del profesorado para buscar la excelencia presionados por el interés pecuniario de los propietarios y aprovechando que los niveles de inspección en las universidades son, en la práctica, inexistentes.

¿Se imaginan un profesor que se encargue de 303 aulas y casi 2000 alumnos?, ¿o que revisiones exámenes pasen del 2'7 al 7? Pues lean la noticia, que no tienen desperdicio pues deja claro que los títulos se compran más que se obtienen, y esto sucede cuando se da opción de privatizar determinados servicios educativos sin establecer un control imprescindible para que los propietarios no condicionen la labor educativa al mero negocio.


Por cierto, yo he oído hablar de otras universidades privadas donde se da el engorde de notas importante a pesar de que en ellas cursan muchos de los alumnos que en su momento no pudieron o supieron superar las pruebas de acceso (PAU o Selectividad) y de las que se sospecha que el dinero lo es todo.

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