domingo, 26 de junio de 2016

IR A VOTAR DE TRAPILLO (Página nº 3713)

Cuando cumplí dieciocho años me hacía gran ilusión votar, casi convencido de que mi voto era imprescindible y capaz de cambiar las cosas. Pasé todo el día nervioso porque quería acercarme a última hora, casi al cierre, para ver el volumen de sobres que había en aquella urna en la que debía introducir mi voto. Y eso sí, vestido con mis mejores galas, como si aquel acto fuese tan ceremonioso que mereciese ir de punta en blanco.
 
Ya he contado que solo en una ocasión dejé de votar a consecuencia de una pierna escayolada y un reposo obligado, porque considero que es una obligación moral, aunque la experiencia me demuestra que he sido bastante más leal al espíritu de la democracia que los cientos de políticos atrapados en la corrupción que han ido devastando la idealización que teníamos de ella y convirtiéndola en casi un coto privado con derecho puntual a dejarnos meter la papeletita.
 
Pero no era solo mi ilusión, era la de muchos daimieleños que la mostraban en su cara, concediendo a ir a votar una importancia valiosa y que, como yo, vestían sus mejores ropas para ago que consideraban trascendente.
 
Hoy, sin embargo, me he acercado en pantalón corto de deporte y camiseta a votar. Ya no hay ceremonia, casi se ha convertido en trámite necesario, apenas cinco minutos para enseñae el dni y entregar los dos sobres antes de salir casi resignado a que todo siga igual en manos de cuatro partidos que solo parecen velar por sus propios intereses y que prefieren repetir elecciones antes de llegar a acuerdos y consensos. Si lo pienso, ir de trapillo a votar es casi ir acorde a los tiempos actuales, porque andamos con políticos de trapillo, con una democracia de trapillo, con una ilusión de trapillo.
 
¿Dónde queda aquella ilusión de los ochenta?, ¿qué nos ha pasado', ¿quieénes pagaran la responsabilidad de habernos cercenado esa ilusión?
 
Siguen ganando ellos, los políticos, pero no estoy seguro de que los beneficios ciudadanos sean los que anhelábamos. Hay que ir a votar, por supuesto, aun a riesgo de que sirva para bien poco, como últimamente.


***

No hay comentarios:

Publicar un comentario