lunes, 19 de septiembre de 2016

MAL DE OJO (Página nº 3896)

Soy escéptico, siempre lo he sido, y eso a pesar de escuchar cientos de historias que me han ido contando unos y otros, bien vividas por ellos o en otros casos escuchadas a familiares y amigos. Hoy mismo me contaban la última y aunque esa, como las otras, no cambian un ápice mi descreimiento, la verdad es que sobre todo me llama la atención que quienes me las cuentan andan entre el descreimiento y la falta de explicación, y lo más curioso es que pueden contarte qué hacer, cómo actuar, donde ir, mucha más información que la que yo haya podido tener sobre esa cuestión.

Yo no recuerdo haber oído hablar en mi casa del mal de ojo, al menos estando yo presente, ni sé de nadie de mi familia que haya acudido para ser limpiado, curado o como se diga. Pero sin embargo desde chico, en la escuela, me he encontrado personas que contaban sus experiencias, como si la cotidianeidad del asunto fuera indiscutible. Y aún más me ha sorprendido la predisposición a creer en todo ello.


De alguna manera este Daimiel brujeril tiene mucho que ver con esta propensión al aojamiento y sus remedios. 

Nunca sé qué pensar, sobre todo cuando quienes me refieren estas cuestiones son personas de probada formación académica que yo creía alejados de estas cuestiones. quizá porque equivocadamente entiendo que el mundo de las supersticiones, y entre ellas las de la superchería, calaban más entre personas de menor formación intelectual. Pero cuando veo que estas otras personas, más cultivadas científicamente, expresan sus dudas me hace pensar en qué se me escapa para que me sea tan difícil empatizar con esas situaciones y no poder desentrañar esas dudas que ellos reflejan.

Lo cierto y verdad es que, a lo largo de la Historia, muchas han sido las culturas que asumieron estas prácticas y que, cada cual a su manera, elaboraron ritos y remedios para terminar con ese aojamiento, y aunque son muchísimas las formas supersticiosas que han calado en esas mismas culturas y otras y se demuestra que esta creencia se mantiene muy viva y vigente, la verdad es que me resulta imposible encontrar una base objetiva para hacerme cambiar de opinión.

Seguramente si pregunto encontraré muchas más personas crédulas que incrédulas, montones de testimonios, casi abrumadores en número, que me podrían hacer pensar que me equivoco. Yo respeto lo que puedan creer, yo prefiero entender las cosas que pasan a mi alrededor y a mí mismo de otro modo.

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