El otro día, mientras esperaba los resultados de una prueba médica, me encontré con una antigua compañera que iba acompañada de su madre. Al saber que éramos de Daimiel la mujer nos contó que hacía cincuenta y dos años había estado como maestra en nuestra localidad, en unas aulas que había junto al instituto y que recordaba vinculadas a algún tipo de obra social o algo parecido, aulas que estaban en bastante mal estado y en el que había compartido trabajo con algunas compañeras de las que no recordaba bien los nombres pero de las que, en algún caso, rememoraba detalles que me permitieron después, tras consultar con mi madre y su excepcional capacidad para recordar detalles, identificar a la persona de quien hablaba y saber que su relato era bastante próximo a la realidad. Apenas estuvo un año pero la vida te va dejando retazos a los que te agarras desde la memoria porque fueron importantes entonces. Aquellas aulas de Auxilio Social hoy son instalaciones municipales cedidas al asociacionismo, tal que Fedada o la Asociación Local de Astronomía y ella mostró mucho interés en poder acercarse algún día a ver el sitio y su entorno para conciliarlo con aquel recuerdo feliz anclado en la memoria.
Eso también me hizo pensar a mí sobre todas esas personas y lugares que han pasado por mi vida, especialmente por todos aquellos que tuvieron que ver conmigo en algún momento y dejaron suficiente huella para que no pueda olvidarlos aunque sean siquiera ligados a mínimos detalles y recuerdos. De muchos de ellos he seguido sabiendo pero muchos otros desaparecieron y no he vuelto a saber de ellos aunque no me resigno al olvido, desde aquel hijo del juez al que le dio por meterse vestido en una caldereta llena de agua y no tuvimos otra que verterle una caja de azulina que le tiñó de azul intenso cuando apenas teníamos cinco años, o aquella vecina Mayte que tenía "sed de gaseosa" y con la que jugábamos a médicos con seis o siete años, o Martín, aquel chaval que antes de ir al colegio trabajaba en la tahona y llegaba a clase extenuado para llevarse más palmetazos que nadie aunque la letra jamás entrara con la sangre, cuando teníamos ocho o nueve años, o aquel chaval que siempre se excusaba para no hacer la tarea con que se iba a vivir a Alicante aunque no se fue en todo el año y nos familiarizamos con ese diario ¡Manolito estudia! del maestro que hizo que siempre que hablamos de él Manolito y estudia parezcan aparecer nombre y apellido.
A lo largo de mi vida me he encontrado con compañeros de aula, de juego, de trabajo, alumnos, gentes de los pueblos donde he trabajado y vivido temporalmente y que están vinculados a anécdotas, recuerdos, momentos vividos que de alguna forma han quedado en ti y de los que quisieras volver a saber aunque, seguramente, nada sabrás ya.
Puede ser que uno, por edad, va teniendo ya más por recordar que por conocer, aunque no me resigno, pero me agrada regresar al recuerdo, pensar en todas aquellas personas que dejaron rastro en mi memoria, que pueden explicar mi vida o hacerme entenderla mejor, que quizá también conserven un poco de mí en sus memorias. Y regresar a los sitios, algunos ya muy transformados o incluso desaparecidos, pero suficientes para refrescar esos recuerdos, igual que la madre de mi antigua compañera, aquella que vino a trabajar un año a Daimiel, en sus inicios como maestra, y que entonces jamás imaginó que, tras irse a Castilla-León, una de sus hijas terminaría trabajando en esa misma ciudad donde quedaron algunos de sus buenos recuerdos.
Desde luego la vida es eso, lo que vivimos, la memoria que nos va dejando las relaciones con otras personas, las vivencias que acumulamos y nos hacen crecer, el anclaje de lugares que alguna vez significaron. Y puede que por eso sea bueno rendir recuerdo y no dejar que el olvido vaya asolando nuestro botín de evocaciones.
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Me gusta cuando escribes cosas que te han pasado, porque lo haces muy bien.
ResponderEliminarReflexión en voz alta:
ResponderEliminarEstos días se ha hecho público el Premio Mujer Daimiel 2016, al ver la ganadora piensas puff pues esta mujer es todavía joven, que ha hecho tan especial para merecer este primer premio, no habrá alguien que lo merezca más...
Y aquí es cuando empiezas a pensar y a darle vueltas al coco, y dices porque los premios siempre para que si este que es medio famosete por esto, que si este para este otro que tal y que cual.
Entonces te das cuenta que quizás la gente corriente también merezca premios, por toda una labor aquí en su pueblo.
Y dices pues si que merece este premio al igual que muchas otras lo podrían haber merecido, pero ella puede ser una buena representante de mujer luchadora, trabajadora, colaboradora y que lleva atendiendo a la mujer de Daimiel con una felicidad especial durante muchos años.
Gracias por ayudar a las mujeres de Daimiel durante todos estos años y los que te quedan en una de las etapas más bonitas de sus vidas, con sus cosas buenas y con sus problemas, con sus alegrías y sus problemas.
Enhorabuena Blanca Baeza Ráez.
¿para cuando el Premio Hombre Daimiel 2016? ¿o abuelo/a Daimiel 2016? si el problema es te voy a dar un premio, búscate candidatos para que exista más de una solicitud. prhi
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