lunes, 22 de febrero de 2016

HIJOS-REHENES (Página nº 3497)


A veces los hijos se convierten en rehenes de los padres, sirven de elemento de disputa o simplemente de víctima de las disensiones de la pareja rota. Lo que se supone debiera tener como prioridad la salvaguarda de los intereses del niño se convierte en la forma incruenta de machacarlo.

Cada vez son más las parejas que deciden separarse, en muchas ocasiones para quedarse enganchados en una confrontación insensata donde uno o los dos apenas buscan otra cosa que el daño o la venganza, y en medio hijos de cortísima edad sujetos directa o indirectamente a la virulencia de la refriega.

En algunas ocasiones los separados, o alguno de ellos, buscan poner distancia. Eso conlleva la escolarización de los hijos mediante un traslado pero el desacuerdo de los padres puede hacer que esos hijos, sobre todo en edad de escolarización no obligatoria, terminen por no asistir al colegio hasta que un juez, y eso puede tardar una eternidad, no determine cómo ha de procederse por encima de la patria potestad y custodia compartidas para garantizar los derechos del propio niño. Pero, claro, la justicia es de tal lentitud que pueden pasar meses, años, antes de que esto suceda y en términos de aprendizaje, convivencia entre iguales, hábitos, podemos estar perdiendo un tiempo maravilloso que termine incidiendo en el propio niño.

Yo he conocido casos así, situaciones enquistadas donde los progenitores se encastillan en su orgullo, su rabia, su rencor, convirtiendo a quienes supuestamente más quieren en víctimas de esos sentimientos egoístas, ignorando que han tomado por rehenes al eslabón más débil y desprotegido y que, además, recibe ese doble castigo que supone la ralentización de los jueces para abordar estos asuntos y poner un poco de juicio en la situación creada.

Me es difícil entender que dos personas que en un momento se han podido querer tanto lleguen a odiarse así pero más que lleguen a odiar tanto a sus hijos como para convertirlo en el centro de la disputa y no en el elemento vertebrador de un mínimo acuerdo que los proteja. Pero dado que ocurre aún comprendo menos que la Justicia dé largas para tomar el problema de inmediato y amparar al menor de decisiones que solo terminan por perjudicarle y ante quienes se encuentra en total indefensión. Y es que la Justicia, creo yo, debe llegar donde no llega el sentido común de los padres y donde el verdadero amor, que no es expresarlo sino manifestarlo, debe brillar por su ausencia cuando se condena a un hijo a no poder ir al colegio con sus iguales o se le pone en la diana de unas decisiones en las que no ha intervenido ni tiene culpa alguna.


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6 comentarios:

  1. Entrega y sacrificio, Renuncias y pasiones, decepciones y éxitos, al final solo he descubierto que a los hijos solo hay que quererlos, solo así no lo perderemos.prhi

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  2. Así es, por desgracia los niños son los perjudicados, y en muchos casos se les priva hasta de ver a su padre. ¿no cambiariia esto una ley que diera por defecto la custodia compartida a ambos progenitores, como ya la hay en alguna cc aa?
    Para cuando una ley que vele por la igualdad real, que priorice el interés del menor, el derecho adisfrutar de su padre y no le de privilegios a la madre exclusivamente? Para cuando, por empezar por algo, una concejalía de igualdad, un centro de igualdad y no exclusivamente ''de la mujer''. Los padres separados e implicados existen.

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  3. Situaciones injustas, enmascaradas de un falso y egoista amor filial.... situaciones adversas que sólo el amor verdadero hacia los hijos puede hacer que el final pueda tener sentido.

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  4. Es que hay padres que en realidad sería revisable si quieren a sus hij@s o no, ya que algunos menores vienen al mundo, justo para tener un seguro de por vida, es una lástima, pero es cierto.

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  5. Hoy en día te piden titulaciones para casi todo, menos para una de las facetas más difíciles y largas de ejercer en el tiempo, la de ser padres. Hace falta un carnet de manipulador de hijos, o grado medio de adolescentes.

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