La Cumbre del Clima de París suena a déjà vu, a más de lo mismo, a buenas intenciones con escasas acciones, a foto de familia para el archivo de imágenes y la ingeniería política de parecer que hacen sin moverse, casi, un ápice de lo que vienen haciendo, que es poco, poco, poco...
De nuevo parece que los intereses políticos se ven condicionados por los intereses económicos, subordinados a ellos, y ya sabemos de sobra que los intereses económicos son corto y medioplacistas y la sostenibilidad del planeta ha de tener una visión largoplacista pero desde acciones inmediatas y constantes. Y en esos diferentes ritmos, donde la política se pliega a los intereses económicos y se distancia de los medioambientales queda claro que la sostenibilidad solo queda como "palabro" bonito, recurso de buena intención y compromiso para esconder en un cajón.
A estas alturas ni tan siquiera es esperanzador que EEUU y China contemplen adherirse a los compromisos. Una cosa es el papel firmado y otra muy distinta los pasos reales, firmes, eficaces, comprometidos, y de estos hemos visto bien poquitos.
No se preocupen, al finalizar la Cumbre del Clima de París ya nos anunciarán la sede de la próxima cumbre, ese "ya y tal", "luego hablamos", "luego se verá" y esa tendencia a la procastinación de nuestros dirigentes incluso para algo tan urgente como la degradación del planeta y que contrasta con la velocidad que le meten a otros temas, posiblemente parecidos en gravedad pero no mayores.que este.
Dice El Roto en la viñeta que publica hoy en el País, y con su agudeza habitual, que "el futuro está en el aire", un mordaz juego de palabras que ahoga el porvenir o que apuesta por un futuro basado en un aire viciado, contaminado, emponzoñado, pernicioso, tóxico, letal, que nos acabará matando. El futuro está en el aire, esa es la terrible verdad que aún no hemos querido entender.
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