CADA VEZ MENOS CORRIDAS... DE TOROS (Página nº 3243)

Se mire por donde se mire la tauromaquia tiene toda la pinta de ser otra burbuja más, crecida ésta al calor de las subvenciones. Solo así se mantiene la rentabilidad global porque, a fuer de ser sinceros, de otra manera no encaja como modelo de negocio si no va ligado a la generosidad institucional.

Por eso, ahora que en algunas ciudades se han dado paso a decisiones como las de no financiar con fondos públicos las corridas de toros u otros festejos de corte taurino, y sin que ello lleve aparejada siempre la realización de estos eventos, la cuestión de dejarlo todo en manos del riesgo empresarial promete que la disminución de espectáculos taurinos siga su línea descendente y ponga en riesgo su supervivencia misma.

Por otro lado, claro, está la prohibición de estos festejos formulada por comunidades autónomas o ayuntamientos, entendibles, creo yo, más en clave política que social, pero cuya consecuencia es la misma.

Yo, lo he dicho en varias ocasiones, no estoy contra las corridas de toros, sobre todo porque entiendo que hay bastante gente a la que le apasiona o produce disfrute, aunque particularmente no me gusten, pero comparto esa idea de que, al menos, no debieran ser regadas de dinero público que, suele ocurrir, termina enriqueciendo los bolsillos de algunos empresarios y figuras y no mucho más, y si no son rentables por sí mismas tampoco han de serlo a partir de las ayudas públicas y los contratos leoninos con los ayuntamientos, algunos de los cuales se ven obligados a cubrir las pérdidas cuando éstas se generan, lo que ocurre en muchos casos.

Leo, a veces, que hay una mayoría social que lo quiere así. Otras que, al contrario, hay una parte mayoritaria de la población que da la espalda a este tipo de festejos. En realidad creo que no hay cifras para lo uno ni para lo otro porque nunca se ha querido conocer esa realidad social ni consultar sobre lo que piensa la gente en el empleo que se hace de sus impuestos, ya no solo en este caso sino en la totalidad.

Lo que sí veo es que la llamada fiesta nacional va en regresión y que si no lo hace más es porque tiene puesta esa vía en vena del dinero público y por eso se están tensando los nervios con algunas decisiones tomadas en ayuntamientos, generalmente de izquierdas, que amenazan obturar esa vía financiera pública en algunos lugares de España.