Estamos en 2015 pero todavía ser diferentes hace vulnerables a quienes lo son. Y no es que dejen de emplearse recursos, que no haya personas involucradas en cambiar esto, que muchas organizaciones y administraciones traten de revertir la situación, es que sencillamente anida en bastantes personas esa sensación de sentirse mejores que los demás o que, aún peor, desean creerse mejores marcando las diferencias y arrogándose una superioridad bastante estúpida.
Hoy, mientras conducía, y al llegar a la esquina de Estación con Miguel Fisac, mi acompañante me dice, con tristeza e indignación:
- Mira, todos se ríen de él.
Y era cierto, a su paso al chaval de catorce y quince años le acompañaba la burla y las risas de un grupo de chavales de parecida edad.
Definitivamente nos creemos mejores porque para algunos es la forma de no reconocerse iguales.
Las diferencias no las marca un déficit intelectual, a veces es una religión, un color de piel, un tamaño, un problema de dicción, un acento. Nos negamos a conocer más allá del aspecto inicial, descuidamos los valores que atesoran todas las personas y caemos en la tentación de la arrogancia y la estupidez de creerse por encima.
Y es que resulta tan fácil tirar de prejuicio, entrar en ese juego del desprecio y no ahondar en personas a las que preferimos menospreciar.
La vida te da muchas oportunidades de tratar con ellos, de convivir, de conocer sus pequeñas grandes historias personales y darte cuenta de que las diferencias reales, esas que queremos poner en una balanza para que se incline sobre nuestro lado para sentirnos mejores, no existe. Las diferencias físicas, es obvio, existen, pero no para marcar superioridades morales absurdas sino porque cada cual posee unos caracteres irrenunciables que nos personalizan.
Yo, cada vez que siento ese estúpido ramalazo de querer sentirme superior, me desprecio por esa debilidad. Uno debe dejar ya de mirar diferencias para sentirse más y empezar a mirar personas sin más. Y yo me siento reconfortado porque cada vez veo muchísimas más personas que diferencias y pienso que eso sí nos hace a todos mejores.
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LLEVAS TODA LA RAZÓN, A MI TAMPOCO ME GUSTA CUANDO SE RIEN DE OTRAS PERSONAS POR SER DIFERENTES, YA QUE NINGUNA PERSONA SOMOS PERFECTAS. TENDRÍAMOS QUE HACER EXAMEN DE CONCIENCIA Y VER PRIMERO NUESTROS DEFECTOS
ResponderEliminarQuien rie los defectos de los demas,deja sus carencias al descubierto,por eso lo q dice TAL d CUAL dice mas de CUAL q de TAL
ResponderEliminarPues venga, a trabajar los maestros en enseñar con mas ahínco esos valores, que siempre les estamos cargando el muerto a papa y a mama, de que no cumplen en su parte de educación.
ResponderEliminarSe nota que hace mucho que no has pisado un colegio.
EliminarChiquete la educación corresponde a los padres, poco puede hacer un maestro si el padre es un cafre
EliminarSe nota que tú trabajas poco esos valores.
ResponderEliminarLa educación en valores se imparte en el cole pero se debe de inculcar en la casa y madurarla con la familia y los amigos.
LOS PROFESORES ENSEÑAN, LOS PADRES EDUCAN
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