NO ESTAMOS A LA ALTURA (Página nº 2519)

Nunca he querido tener animales a mi cargo, básicamente porque no me veo a la altura de esa responsabilidad con el animal en cuestión y porque sabiendo que tienen unas necesidades que no quiero asumir estar a mi cargo no sería bueno para ellos.

Posiblemente sí que haya muchos dueños de mascotas y animales que sepan tratarlos como merecen, que además de esas necesidades básicas de alimentarlos, que hagan ejercicio, que acudan al veterinario regularmente o cuando enfermen, sepan darle la atención y cariño que corresponde. Pero también hay muchos que no han entendido lo que es tener un animal a su cargo y éste les llega fruto de un capricho, un calentón sentimental o una moda y apenas se dedican a mantener a ese animal y no mucho más. Luego vienen el abandono, la dejación, la búsqueda de alguien a quien encasquetarle la criatura y todo eso que conocemos todos cuando las necesidades del animal comienzan a interferir, se vuelven molestos o nos cansamos de ellos.

Aún peor es dejarlos morir de inanición, permitir el sufrimiento innecesario de estos seres vivos que en un principio fueron deseados y ahora se desprecian. Por eso la noticia que circulaba desde ayer sobre la detención de un daimieleño que había dejado morir de hambre a un par de caballos y un perro es de las que hacen sentir una indignación gigantesca. Y eso en mí que no soy especialmente beligerante en estos temas ni pertenezco a movimientos animalistas o contra el maltrato pero que entiendo el acto como de una crueldad injustificada y despreciable.

Las imágenes son particularmente hirientes y creo que merecen que el responsable tenga que hacer frente a las consecuencias de una acción que entiendo criminal por la manera de producirse. Y es que está claro que a veces los animales no se merecen tener dueños así, que los sacrificamos al capricho, al deseo pasajero, de poseerlos pero que luego no sabemos ni queremos atenderlos y en el colmo del disparate, en casos extremos como éste, elegimos formas muy crueles de deshacernos de ellos.

Habrá alguno que diga que no es para tanto, que total son dos caballos y un perro, minimizando la cuestión, igual que ese que comenta que no es para tanto porque solo es la puerta de una iglesia y que podría decir si se cargaran el Olivo Milenario que solo es un árbol o que si se cargaran la Motilla del Azuer diría que solo son piedras, pero no, no es así, dos caballos y un perro son lo que son, responsabilidad del dueño, y la ley también los ampara y debe velar por ellos y porque quien los dejó morir así, y trató incluso de ocultarlo, tenga que pagar por sus acciones para que sirva de ejemplo, se haga justicia y los dueños de mascotas y otros animales sepan lo que supone responsabilizarse de estos seres vivos que antes quiso y nadie le obligó a adquirir. Y ya ni menciono el daño que hace que la noticia salga en todos los medios nacionales vinculada a Daimiel solo por el comportamiento de un indeseable.

¡Lamentable!