domingo, 12 de octubre de 2014

"EL DÍA EN QUE LAS MADRES DESCUBRIERON LOS GRUPOS DE WHATSAPPS" (Página nº 2725)

Me lo enviaron el otro día por ese mismo canal, un texto de Marga Cabrera en Yorukobu sobre las madres "guasaperas" y todo lo que de bueno y malo incorpora como red social a la vida escolar. También hay grupos "guasaperos" de alumnos y hasta de profesores, ¡cómo no!, y como todo la línea que marca el buen o mal uso de estas tecnologías y sus redes sociales suele ser tan fina que a menudo se traspasa sin tan siquiera comprender lo que eso significa y la responsabilidad que se asume a partir de lo que allí escribimos, las graciones de voz que realizamos o las fotos que adjuntamos.

Cuenta la prensa que en un colegio de Alcorcón el director ha pedido a una trabajadora del hospital de esa localidad que no lleve durante unos días a su hijo al centro, alegando eso sí la decisión del inspector educativo y el origen de las reclamaciones que realizaron un grupo de padres y madres que al parecer tuvo su motor en el grupo de whatsapp. Y aunque me dirán que yo opinaría diferente si trabajase en ese colegio ya digo que me parece una barbaridad producto de la histeria que, podrá ser normal y hasta lógica, pero que nunca ha de sucumbir a una reflexión serena y razonada victimizando a cualquiera que tenga contacto con un hospital o en primer, segundo o tercer grado de afinidad familiar con ella por el simple hecho de que la enferma de Ëbola fue atendida allí.

Yo también he conocido, a través de compañeros de profesión de diversos centros, alguna situación surgida de una mala utilización del whatsapp que tiende a dejarse los filtros y viralizar verdades pero también mentiras y medias verdades, a veces con el foco puesto en menores que sufren esta suerte de lapidación tecnológica.

Pero luego hay más cosas. Hoy, en El Mundo, y ya saben que no puedo enlazarlo, sacan un reportaje sobre "el riesgo de los docentes de entablar relación con estudiantes en redes sociales fuera del ámbito de la escuela", según los expertos, y no tanto por un uso perverso sino por la exposición de la privacidad que nunca forma parte de la relación educativa. Pero es que el colegueo, la modernidad mal entendida, parece reclamar obligatoriamente el uso de estas redes sociales a toda costa sin entender que de nuevo ha de imponerse el sentido común, el uso adecuado, la prudencia y el respeto y que entre alumnos y profesores las vías son, han de ser, otras claramente definidas desde el ámbito escolar.

Lo mismo ahora todos nieguen que no siempre hacen ese uso respetuoso, correcto, responsable. O que lo hacen otros. Pero ya saben el dicho de que "tienes más peligro que un mono con dos pistolas", pues bien cuidado con esas armas llamadas smartphones y cargadas de tuentis, twitters, facebook y whatsapps entre otra artillería. Aseguran que en casos extremos ya han matado pero que en general entre el fogueo hay mucha bala que hiere gravemente a algunas de sus víctimas.

Y ahora os dejo el enlace al texto de Marga, del que he cogido el título de esta entrada, que aún con ironía refleja la situación:


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1 comentario:

  1. Yo pienso que, bien utilizado, es muy positivo. Por diferentes circunstancias, es una manera de que todas las madres esten conectadas, tareas, mensajes de los profes (siempre hay algún niño despistado)... claro, siempre y cuando no sirva para crear chismorreos o mentiras sobre la comunidad educativa o sobre el profesor de turno (algo que puede ser destructivo)

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