Cojan ustedes al político que quieran, pregúntenle sobre cualquier cuestión comprometida y verán como sus respuestas son "no me consta" o "no lo recuerdo". Podrán escribir memorias, recordarle al rival lo que dijo o no dijo hace cinco, diez, veinte años, con toda precisión y lujo de detalles, pero cuando se trata de rememorar unos hechos que a cualquiera le parecerían significativos e inolvidables les ataca la desmemoria, esa amnesia selectiva en la que nadie cree y a los que solo ellos mismos dan credibilidad.
Luego dicen que que la sociedad no estima su trabajo, que están en la cabeza de las profesiones menos valoradas o más desprestigiadas, pero se lo van ganando a pulso. Los políticos han de abanderar la honestidad, la verdad, la transparencia, la credibilidad, porque ese sería el verdadero valor de su prestigio, pero hacen justo lo contrario y cuando les toca ser honestos, veraces, transparentes y creíbles nada recuerdan ni nada les consta, `precisamente porque la mayoría de ellos carecen de los valores elementales e introducen otros, más pérfidos tal como se utilizan, como son la lealtad, la fidelidad o la adhesión, que usadas bien son valiosas pero empleadas para tapar, obstaculizar y esconder son realmente odiosas.
Ayer tuvimos doble ración de "no me consta" o "no lo recuerdo" pero la historia reciente del país es un incesante repetir de estas fórmulas escapistas, mendaces, tramposas, en boca de unos y otros, de cualquier color, reiteradas en comparecencias, comisiones de investigación o juzgados, entre otros lugares, quizá porque la verdad siempre resulta terrible para ellos o los suyos y prefieren castigarnos con más mentiras o con la desvergüenza de hacerse los desmemoriados.
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Al ciudadano tambien el no me consta y no recuerdo deberiamos de aplicarlo a la hora de tributar.
ResponderEliminarAtajó de sivergüenzas todos los politicos.