¡Ay, el alma humana! En cuanto se baja la guardia, y ocurre con mucha frecuencia, nos va saliendo lo peor, eso que explica todo lo que sucede en el mundo y que, como especie, nos abochornaría. Claro, si de verdad tuviéramos esa capacidad global de bochorno porque si todo eso sucede es porque, en el fondo, una parte de los seres humanos carecen de ella o consienten o se lanzan directamente a las peores perversiones.
Lo de ayer en la Plaza Mayor por los aficionados holandeses del PSV es, si comparamos, casi anecdótico. Digo casi porque termina por ser, en realidad, paradigmático de las relaciones humanas actuales: concepto de superioridad, desprecio, falta de empatía, humillación a quien consideran inferior, xenofobia, miseria humana, pasividad de terceros.
No sé si lo vieron pero aquí dejo el vídeo en el que se puede ver como esa gentuza de la Europa rica, civilizada, llena de principios y modelos, lanzan monedas mientras jalean a las mendigas de esa otra Europa pobre tal que si lanzasen comida a los animales de un zoo mientras jalean el divertimento y la burla:
Digo que anecdótico, episódico, por el propio contexto de esa legión futbolera que ni tan siquiera representa lo mejor de Holanda sino la tiranía de descerebrada del hooliganismo y porque, comparado cómo estamos tratando a los refugiados sirios en Europa, con noticias de palizas, violaciones, sustracción de dinero y joyas, por las mismas fuerzas del orden que deberían velar por que los procedimientos de acogida al menos se dieran en unas condiciones humanitarias y por las mismas administraciones que deberían proyectar una imagen de sensatez lo sucedido en la Plaza Mayor de Madrid debería tomarse como un bochornoso espectáculo fruto de la estupidez y estulticia de unos despreciables individuos convertidos en horda. Pero es que este comportamiento no puede aislarse de un contexto en el que,en pleno siglo XXI, seguimos teniendo ciudadanos de primera, segunda y tercera, donde el individualismo y la soberbia fomentan el desprecio, subliman la diferencia, cargan de prejuicios las ideas y dan carácter de cotidianidad a actuaciones que, por lamentables, debieran ser extraordinariamente escasas.
Sí, en pleno siglo XXI, como si hubiésemos aprendido bien poco, la explotación laboral, la trata de personas, el racismo, la persecución ideológica, el exterminio, la intolerancia, son parte del paisaje intransigente y miserable de muchos lugares del mundo y son muchas sus víctimas.
Ya digo, ¡el alma humana!, al menor resquicio sacando lo peor de sí no solo en los ejecutores sino en los consentidores y en los espectadores que prefieren minimizar, guardar distancia o inhibirse.
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Lo de ayer en Madrid, sin ambages, ni eufemismos es auténtico "hijoputismo".
ResponderEliminarEsto tiene que ser eso de "vivir como los de derechas", no?
ResponderEliminarsiempre ha sido, es y será, del Partido Socialista
EliminarEs una vergüenza
ResponderEliminarEllos si son unos pobres desgraciados que apestan.
ResponderEliminarY nadie fue capaz de increparlos y parar la situación...Eso dice mucho de la sociedad en general, dispuesta a mirar hacia otro lado ante el sufrimiento ajeno. VERGONZOSO
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