Estos días estuve de viaje, justo a un destino que se me hacía esquivo después de desearlo hacía tiempo. Soy poco de mitificar e idealizar pero, no me pregunten por qué, llevaba media vida queriendo conocer Praga y es algo que no me sucede con ninguna otra ciudad europea. Así que, tras algunos avatares previos y en excelente compañía, logré una de esas cosas que uno quiere hacer en esta vida.
Entre las visitas hicimos una obligada, para quien quiere conocer la ciudad, que era al castillo y la catedral de San Vito. No sé si sería licencia del guía o realidad pero lo cierto es que observando que faltaban algunos elementos de la fachada para darla por terminada Gorka, nuestroa compañante en esta ruta, nos contó que existía un pequeño ardid para no hacerlo y es que, a pesar de estar ya terminada, y hablamos de 1929, esa no finalización conseguía que no se comenzasen a pagar impuestos a la ciudad.
Después, indagando, existe un trasfondo de litigios entre el Estado y la Iglesia para que se les adjudique la propiedad. El primero defiende que fueron primero las arcas reales, luego los impuestos y finalmente las colectas populares. La segunda que estuvo registrada catastralmente durante el siglo XIX y hasta que el comunismo la expolió. Y ambos dirimen todavía la propiedad del magnífico edificio sin que la ausencia de un propietario legitimado por los tribunales ayude a que se paguen dichos impuestos.
Debo reconocer que ese ardid, del que llego a dudar, me hizo gracia hasta pensar que de ser así nadie terminaría sus viviendas y obras pera evitar el pago de los impuestos debidos. Pero también que, de ser verdad, a los particulares tampoco se nos consentiría una trampa así, que en España, cuna de la picaresca, quebraría al Estado.
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